"Tiene que haber un silencio muy profundo", pidió la profesora Belén Rico a los pequeños que al anochecer del martes se dieron cita en el recibidor del colegio veigueño Jovellanos para vivir una noche muy especial. La primera edición de la "Noite de leyendas y calabazas" buscó reivindicar las tradiciones locales ligadas al Samhain celta, frente al Halloween que se abre camino con fuerza.
Los pequeños colaboraron activamente en esta propuesta recogiendo antiguas leyendas de la zona de boca de sus padres o sus abuelos. Fue así como, uno a uno, y con la única luz de las velas y las tétricas sombras que proyectaban desde las calabazas, fueron leyendo relatos relacionados con la Santa Compaña o los penitentes. También hubo música de la mano de la maestra de la materia, Isabel Rodríguez, convertida para la ocasión en lavandera, y un cuento de miedo escrito por Rico.
"Queríamos juntar a los niños para que vivieran el anochecer y se sentaran a la luz de la calabaza como en los tiempos de antes", explica Rico, quien añade que lo de decorar calabazas no es una costumbre americana sino que "la mayoría de los abuelos de los niños se acuerda de cómo las vaciaban y ponían una vela dentro".
Esta iniciativa parte de un grupo de nueva creación dentro del centro veigueño, denominado Comisión de festejos tradicionales. Su intención es recuperar fiestas y actividades ligadas al territorio, frente a modas importadas. "Queremos que los niños recuperen sus raíces y que aprendan a amar su cultura. Así comprenderán mejor cómo los demás aman la suya", apunta Rico.
Esta "Noite de leyendas y calabazas" puso el broche de oro a quince días de trabajo. Explica la directora del centro, Ana Longarela, que aprovechando la celebración del magosto se decidió trabajar la calabaza. Los niños con sus familias realizaron diferentes creaciones y recopilaron recetas ligadas a este producto. Todos estos materiales se exponen en el recibidor del centro y anteayer generaron el clima para esta particular noche de miedo.
