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Fin de año gaitero en Francia

Las bandas "El Penedón", de Castropol, y "La Reina del Truébano", de Navia, celebraron la Nochevieja actuando en un multitudinario desfile en Saintes

La expedición asturiana, tras su actuación en el festival. REPRODUCCIÓN DE G. G.

En la ciudad de Saintes, dentro de la región francesa de Nueva Aquitania, recibieron el Año Nuevo un nutrido grupo de gaiteros del Occidente. La expedición, formada por componentes de La Reina del Truébano, de Navia, y de El Penedón, de Castropol, participó en el desfile de San Silvestre, una celebración de estilo carnavalesco, con la que se despide el año en aquella localidad desde hace más de medio siglo. Los asturianos se sumaron así a un desfile que contemplaron más de treinta mil personas, cosechando un nuevo éxito fuera de las fronteras nacionales.

"Es la ciudad de Francia de mayor tamaño que acoge esta celebración", explica el director de los conjuntos, Luis Feito, que se muestra "muy satisfecho" con la expedición. Las fechas hicieron necesario unir a las dos bandas de la comarca para sumar un conjunto de 32 músicos. "Ha sido una gran experiencia para ellos. Han podido aprender, mezclando veteranos y jóvenes, y el resultado no pudo ser más positivo", destaca Feito.

Los gaiteros participaron en un desfile durante más de dos horas y media, a lo largo de tres kilómetros de calles engalanadas y llenas hasta la bandera para la ocasión. "Hacía tiempo que no veíamos a tanto público reunido", destaca el director musical. Los asturianos eran los únicos gaiteros en el desfile, en el que se busca la originalidad y la variedad, con otros conjuntos llegados de Bulgaria o Países Bajos, además de las bandas musicales de la propia ciudad. También destacaban las carrozas, con una elaboración muy trabajada. "El ambiente era buenísimo", subraya Luis Feito, que recuerda, además, una fuerte presencia de efectivos de seguridad. "Es una preocupación muy patente en Francia", afirma.

Fue la primera vez que estos conjuntos salían de España en la noche en que se cambia de año, y eso también dio para alguna anécdota. "Llegaban las doce, y no teníamos una campana por la que tomar las uvas, allí no existe esa tradición. Así que cogimos un bombo, y tomamos uvas pasas al ritmo de los 'bombazos'", recuerda, entre risas, Luis Feito, que considera este viaje "una experiencia, sin duda, a repetir".

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