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Tineo pueblo a pueblo

Los ganaderos jóvenes están en Vallamonte

El pueblo tinetense, situado en una zona en la que se explotó el caolín, mantiene unas cuatrocientas cabezas de ganado

Emilio González y Amada Menéndez, ante la puerta de su casa.

Es difícil encontrar pueblos donde el relevo generacional esté asegurado, y más aún que éste se dé en varias casas a la vez. Es el caso de Vallamonte, en Tineo, donde se mantienen activas cinco ganaderías donde la mayoría de los integrantes de la explotación están por debajo de los 40 años.

La jubilación de sus antecesores, la falta de alternativa laboral en la zona y el amor por el pueblo y el ganado son algunas de las razones que han empujado a los jóvenes a coger la alternativa de sus padres y continuar con el negocio familiar. "Al final, es un trabajo normal y corriente, con un poco menos de libertad, pero un trabajo", apunta Chema Fernández, que tiene, junto a su hermano y su madre, una ganadería de unas 200 cabezas de ganado dedicado a la producción de leche.

En total, en el pueblo rondan las 400 cabezas de ganado, pero reconocen que se han perdido hasta cuatro explotaciones en los últimos años por falta de relevo generacional. "Hace años la carretera que va de El Crucero a Las Colladas era la mejor ruta de recogida de leche, porque prácticamente todo el mundo entregaba", asegura Fernández.

Además, desde hace unos años Vallamonte cuenta con concentración parcelaria realizada conjuntamente con los vecinos de El Baradal, que ha facilitado las labores de los ganaderos, aunque sin evitar la temida despoblación.

A pesar de que la juventud está presente en el pueblo, Vallamonte no puede esconder que en los últimos años se han quedado deshabitadas la mitad de las 17 casas que salpican su territorio, y esto se nota en la tranquilidad y el silencio que se respira en varios puntos del núcleo rural, donde, al pasear por algunas de sus calles, se ve todo extremadamente limpio y sin un solo ruido.

Además de la ganadería, la localidad tinetense ha tenido un pasado muy vinculado a la mina. Por toda la zona se explotó el caolín. Se conocía como las minas de Farandón, a las que se accedía desde Llaneces de la Barca y también desde el Campo la Trapa de Vallamonte. Unas cuatro bocaminas se repartían por la zona y hace 15 años se cerraron. El carbón también tuvo presencia en Vallamonte con algunos trabajadores, pero nada comparable con el trabajo que llegó a dar años atrás la extracción de caolín.

Uno de los hitos rememorados por los vecinos es la implicación de todo lo que ahora es la parroquia de El Baradal para construir la iglesia en el año 1953 en Campo Caldera. "En realidad, pertenecíamos a la parroquia de La Barca y teníamos que bajar a Soto de la Barca al cementerio y a la iglesia, así que en 1953 se decidió cambiar la parroquia y, con la unión de todos los pueblos, construimos la iglesia y el cementerio en Campo Caldera", recuerda Emilio González. Una unión que los que van siendo más mayores echan a faltar en el pueblo, en el que reconocen que cada vez hay más individualismo. "Antes se hacían muchos trabajos en conjunto y nos reuníamos en los bares de El Baradal para jugar a las cartas y para hablar. Ahora queda un bar, pero la gente ya no se junta", lamenta González.

Otro punto emblemático de la parroquia son los restos del dolmen de El Baradal, que hace que mucha gente se acerque a conocer el lugar, lleno de leyendas celtas y de tesoros. Para hacerlo más atractivo, los vecinos reclaman el arreglo de la carretera, llena de baches, y para la que existió un proyecto de arreglo del que sólo se desarrolló un tramo, explican los de Vallamonte.

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