Josefa Méndez tiene 74 años y vivió toda su vida de una ganadería. Hoy en día está jubilada y dice que ha dejado atrás tiempo de mucho trabajo y esfuerzo. "En las ganaderías todo es trabajo, yo no quiero ver una delante", dice sin titubear. Hace doce años que esta mujer de Coaña dejó la explotación familiar que mantuvo junto a su marido. Lo hizo después de que el último falleciera por una enfermedad rara. Durante décadas tuvo "pelear duro" para mantener a sus tres hijos y sus carreras universitarias, su casa familiar y su propio negocio. "En las ganaderías no hay descanso. Ahora las cosas cambiaron mucho, pero antes no había maquinaria y tampoco muchos pastos", dice esta coañesa de Loza que ayer acudió junto a otras 11 mujeres del campo a celebrar el primer encuentro que el Ayuntamiento de Coaña dedica a las ganaderas. Ella empezó con una estabulación de cinco o seis vacas. "Gracias a mucho esfuerzo", dice, llegaron a tener treinta. "Pero los tiempos han cambiado mucho y por mucho que te esfuerces, estos negocios no dan dinero", recalca.

Sus compañeras de profesión opinan lo mismo. María del Mar Moreira, de 48 años, representa al sector joven de esta familia de ganaderas de Coaña. "Uno de mis hijos está interesado en continuar con la ganadería, pero no le dejo", cuenta.

El mundo del campo ha cambiado mucho desde que esta mujer de Valdepares (El Franco) empezara a trabajar en la ganadería de sus suegros, hace 27 años. Atendían 30 vacas. Hoy el número de reses del negocio familiar se ha duplicado, "pero no ha pasado lo mismo con las ganancias". El litro del leche, explica, sigue teniendo el mismo valor que antaño. Se paga a 0,30 euros de media. "Es triste decir esto en una comunidad con tradición ganadera como es Asturias, pero estos negocios sólo dan trabajo".

"Muchos meses no ganas nada. Los ingresos coinciden con los gastos", cuenta. María del Mar Moreira cree que a leche, pese a ser un producto básico, "no se aprecia" y en ello tienen mucho que ver los puntos de venta y los consumidores. "Me pregunto qué origen tendrá un litro de leche que se paga en un supermercado a 0,50 euros. Nosotros pasamos muchos controles para que la leche no llegue adulterada. Eso también cuesta dinero. Los consumidores parece que no tiene miedo a nada", señala.

Ana María Fernández, de 55 años, también pone en entredicho el futuro del sector. Para ella, tener que hacer concienzudas cuentas todos los meses para que los gastos sean menores que los ingresos, "es lo mismo que perder". "Empleas tiempo, pero apenas hay beneficio", señala. Ella levantó junto a su marido una explotación que empezó con dos vacas (hoy tiene 50). "Es una pena ver esta decadencia", opina.

Todas participaron una charla del gerente del Centro de Desarrollo Navia-Porcía, Germán Campal, y en una comida.