"Tenemos en el vino un claro mascarón de proa; nos permite emitir una luz brillante e intensa que nos pone en el mapa, y nos ayuda a hacernos visibles entre tantas opciones". El director del parador de Corias, Ignacio Bosch, destacó de esta manera el papel fundamental que para Cangas del Narcea juega la cultura vitivinícola, que ayuda a "enamorar viajeros", ávidos de descubrir tradiciones y experiencias. Lo hizo en el día de ayer durante el pregón de la festividad de Santiso, cuando se descorchan los primeros caldos de la temporada y se disfruta con los productos de la matanza en las bodegas con más solera del concejo.

El vino como bandera, como estandarte, junto con la pólvora y la naturaleza, de toda una comarca. Es la idea fundamental en la que insistió Bosch, que además del parador de Corias dirige el de Cangas de Onís. "El vino nos ayuda en nuestra labor de embelesar clientes, para que entre un millón de ofertas disponibles, el viajero decida coger el coche y viajar cientos de kilómetros para llegar a nuestra recepción y alojarse en Cangas, y descubrir así un tesoro, el vino en una tierra de sidra", apuntó el pregonero.

Además, recordó que en los cuatro años de funcionamiento del parador de Corias han recibido la visita de casi 50.000 personas, 15.000 de ellas llegadas desde el extranjero. "Son personas ávidas de conocer y profundizar, percibir y saborear nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestra naturaleza y, sobre todo, nuestra gastronomía", incidió Bosch.

El pregonero quiso, además, destacar la labor de los viticultores, vecinos, instituciones y Cofradía del Vino por rescatar y dar lustre a este producto, al que calificó como "un auténtico lujo". También se ofreció a colaborar, desde el recurso que representa, para servir de altavoz a todo un sector: "En el reto de dar a conocer el vino como enseña cultural siempre tendréis a este director a vuestro lado, y el escenario del parador disponible".

Por último, puso énfasis en la pasión y sacrificio que se ha puesto en el vino en los últimos años. "Sois un pueblo ejemplar desde hace mucho tiempo", remató.

La fiesta de Santiso atrajo hasta el barrio bodeguero cangués a cientos de personas, en una jornada marcada por la tradición. No en vano, se trata de una celebración que cumplirá mil años de vida en 2019. "Es una fiesta tradicional, muy antigua, de vino, bollos preñaos, frixuelos, y todo lo que haga falta", bromea Ramón Toraño, presidente de la comisión de festejos de Santiso y Llamas de Ambasaguas. La actividad dio comienzo el sábado, con Santisón, cuando las bodegas acogen populosas cenas regadas con los mejores caldos. "Los vinos son muy buenos, y cuanto más fríos, mejor", subraya Toraño.

De la calidad del vino local tampoco duda Raúl Teimil, cofrade mayor de la Cofradía del Vino de Cangas. "Es una de las mejores cosechas, en cuanto a calidad, de los últimos años", asegura. Teimil también ironiza sobre el acceso al barrio de Santiso: "Tenemos dos caminos para llegar, pero debemos pensar en crear otro más, ya que los dos paseos del vino ya se encuentran bastante deteriorados".

De forma inmediata, el regidor cangués, José Víctor Rodríguez, recoge el guante, y asegura que se rehabilitarán los tramos en los próximos meses. El Alcalde también garantiza que las instituciones prestarán apoyo al "tejido asociativo, vecinal y empresarial" del sector vinícola local.

El día de Santiso, que salió en procesión en compañía de la pequeña, pero coqueta, Virgen de Santa María de la Vid, está dedicado especialmente a las bodegas familiares, aquellas que elaboran el vino para consumo propio, y de las que se calculan existen unas trescientas en todo el concejo. Fernando Zamora, de Villar de Lantero, es uno de esos aficionados al vino que cuidan y disfrutan del proceso desde la vid hasta el paladar. "Este año la cosecha se vio mermada en cantidad, pero no en calidad. En mi caso, se logró una graduación de trece y medio, con una maduración muy buena de la uva", incide.

Zamora considera que cada año se hacen mejores vinos a nivel popular en el concejo, y eso también se deja notar en la producción de las bodegas profesionales de la DOP Vinos de Cangas.

Recuerda Zamora cómo esta primera fiesta del año era muy popular en su juventud, y tras unos años de letargo ha vuelto a recobrar su fuerza. "Me encanta. La celebración es muy bonita, nos conocemos todos, amigos y amantes del vino, disfrutamos de una comida todos juntos, y el que quiere bailar después tiene la posibilidad de hacerlo", reseña.

También los visitantes quedan embelesados ante la fiesta del santo cangués, del encargado de bendecir las cosechas. "Es una maravilla. Es un encuentro muy tradicional, en el que lo estamos pasando muy bien", apunta Belén Naredo, de Gijón. Para ella y su familia era su primera vez, aunque ya conocían el barrio bodeguero tras varias visitas a Cangas del Narcea, donde guardan amistades. "Y el vino, muy bueno, sobre todo si se toma aquí", asegura. Y más si se acompaña, como sucedió ayer, de empanada, embutidos, cabezada, picadillo o unos buenos callos.