De 1915 se cree que puede ser la camelia más vieja que se puede encontrar en Pola de Allande. Pertenece a casa El Redondo y recibe al visitante que entra en la villa por la carretera AS-14. Convertida en un árbol (otras son arbustos), da unas grandes flores rojas que están empezando a brotar en su copa, el único punto de la planta en la que inciden los tímidos rayos de sol del invierno.

Será a lo largo del próximo mes cuando esta camelia se vista completamente de rojo. Y no va a ser la única. Los jardines de la villa allandesa comenzarán a llenarse de color a lo largo de marzo y abril, la época en la que florece la mayoría de las camelias que se encuentran en Allande.

No obstante, si algo caracteriza esta planta con infinidad de variedades es que existen ejemplares que dan flores en las diferentes épocas del año y ya desde enero se puede ver en numerosos puntos de Pola la también conocida como rosa de Japón, por su procedencia oriental, en blanco y en diferentes tonalidades de rosa.

El buen tiempo de este invierno y la ausencia de heladas continuadas están haciendo que la mayor parte de las camelias muestren ya unos generosos capullos que predicen una pronta y cuantiosa floración. Lo único que necesitan esos brotes para abrirse es que les toque el sol. Por eso, a la hora de plantar una camelia, se debe buscar un lugar protegido, para evitar las corrientes, pero que deje entrar los rayos del sol.

"Es una planta muy agradecida que se adapta muy bien, lo único que necesita es sol y que se limpie alrededor de su tronco para abonarla y que pueda crecer. Por lo demás, no son caprichosas y con un poco de atención basta para tener unas bonitas flores", destaca Manuel Ramos, propietario de la camelia más antigua de Pola, que fue plantada por su tía. "Mi tía Pacita era una gran amante de la plantas y la puso en el huerto cuando era joven, algo por lo que seguro que la riñeron, ya que restaba espacio al huerto en un época en la que la tierra para cultivo era muy necesaria", dice Ramos.

De las camelias conservadas en la villa, la segunda de más edad data de 1924 y pertenece al jardín de una casa de indianos. No en vano, los emigrantes allandeses que retornaban de Puerto Rico, República Dominicana o Cuba mostraban gran entusiasmo por la rosa de Japón y en todos sus jardines se conservan ejemplares de diversas variedades.

Hace unos 30 años que esta peculiar planta, que puede llegar a sobrevivir a 2.000 metros de altitud, comenzó a venderse en las floristerías y a llegar al mercado mensual de los días 18 en Pola de Allande, haciendo que su cultivo se ampliase por todo el concejo. Hasta unos 70 ejemplares había contabilizados en 2014, cuando surgió la sociedad allandesa "Amigos de la camelia", que ha hecho aumentar su cultivo hasta sumar unas 200 plantas.