Al entierro de la sardina de Luarca le faltó ayer algo porque no pudo estar el cronista oficial del concejo, encargado de leer en los últimos 27 años el testamento de "doña Sardina Pez". Juan Antonio Martínez Losada permanece ingresado por un problema de salud y ayer Luarca y el cierre del Carnaval de la villa quisieron rendirle un homenaje. "Le deseamos una pronta recuperación", dijo el Alcalde, Simón Guardado. El regidor valdesano fue el encargado de decir una palabras al cierre del desfile, ante la ausencia de los versos escritos e ideados, para todos los entierros luarqueses que se conocen, por Juan Antonio Martínez Losada.

La comitiva fúnebre salió puntual, a las ocho de la tarde, desde la avenida de Galicia, y lo hizo como manda la tradición: con anís y rosquillas "para aliviar las penas". La presidenta de la Asociación Sardina Carnavalera de Luarca, Carmen Moyano, hizo antes recuento de los víveres que atesoró el nutrido grupo para cruzar Luarca de punta a punta: 40 litros de anís y 2.500 rosquillas. El alimento y la bebida se ofreció a los curiosos que esperaron desde las aceras por el desfile y fue el aliciente de un encuentro que ofreció alegría y lágrimas teatrales a partes iguales.

La carroza que abría el desfile dejó ver a una sardina hecha por segundo año consecutivo por Lidia Rico. Esta vecina de Luarca realizó el muñeco a base de materiales reciclados. Después lo decoró con pintura al agua. ¿El resultado? Una sardina que pide fuego mientras sostiene un puro. Además, en esta edición de 2017 el muñeco llevaba peluca. El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, fue la inspiración. "Es una gracia", comentó Moyano.

Para la joven Paloma Fernández, participar en este desfile de Luarca forma parte de una tradición. "Así despedimos el Carnaval; a estas citas no se puede faltar", dijo. El encuentro reunió a grupos de amigos y también a familias. Marina Vijande y su madre, Paloma Quintana, participaron por primera vez con el atuendo que pide la convocatoria. Se vistieron de riguroso luto. "Esta años nos apetecía participar de cerca", dijo Paloma Quintana, con sombrero y peluca para la ocasión.

El desfile deja atrás un Carnaval de éxito que este año movilizó a miles de personas en Luarca. Durante el entierro de la sardina, ni las gotas de lluvia que amenazaron su continuidad pudieron con la música, la alegría de una fiesta y la despedida agridulce de la sardina. La Llera volvió a ser testigo de la quema del muñeco y también del adiós a varios días de máscaras y disfraces. El año que viene, la Sardina Carnavalera estará, de nuevo, "dispuesta para darlo todo". Antes organizará el segundo carnaval de verano, una cita con gran poder de atracción en el Occidente asturiano que ayer ya se empezó a organizar.