La cudillerense Amaia García Sagarzazu tiene 26 años y es psicóloga y especialista en musicoterapia. Desde su concejo de origen ha iniciado una aventura para desvincular estas sesiones de música de simples ratos de risas y cantos. "En esta profesión hay mucho intrusismo y se está haciendo mucho daño. Todavía no sabemos los resultados de banalizar esta especialidad", dice.

Ella recuerda que en algunos centros la recibían como la "cantora" o como "la chica que pone música". Pero la musicoterapia va más allá. Hasta la fecha, Amaia García Sagarzazu ha trabajado con colectivos con problemas: sesiones en residencias de pacientes de alzhéimer y también a grupos de personas con síndrome de Down. "Cuando eres profesional aplicas unos métodos concretos y también tienes unos objetivos. No se trata sólo de cantar, de bailar o de tocar instrumentos", indica.

Amaia García conoce a cada uno de sus alumnos, sabe de sus preferencias, de sus inquietudes y además trabaja caso por caso. "La música no hace daño, pero la labor de un terapeuta va mucho más allá y está controlada", señala. Ahora ha decidido fundar ella misma su propio negocio sentando unas bases que, en su campo de trabajo, se ve en pocos sitios de Asturias. "Quiero aplicar los conocimientos de psicología a la musicoterapia, algo que no se ve lejos de las grandes ciudades".

Los progresos de las personas que acuden a las sesiones son muchos. En personas con alzhéimer en una fase avanzada se logra que recuerden las canciones que sabían antes de memoria y también que esa parte del cerebro se ponga a funcionar. "No tienen una conversación fluida, pero sí pueden cantar una canción asturiana solos", detalla. "Al final, estos pacientes recuperan su identidad y recuerdan lo que han vivido. Los recuerdos les hacen sentir emociones y los músculos de la cara se relajan. Es una alegría para los pacientes, porque se relajan, y también para las familias", añade. Para llegar a estos resultados, hace falta tener los conocimientos necesarios y también usar una metodología.

Por su parte, los pacientes con síndrome de Down ganan autonomía, autoestima y más desarrollo motor. "Se potencia la atención y la memoria", añade Amaia García. Gracias a sus sesiones, algunos de sus alumnos mejoran notablemente la capacidad de concentración y también la imagen que tienen de sí mismos. Algunos padres observaron que sus hijos cambiaron los juegos y mejoraron la concentración en el trabajo.

El campo de trabajo de Amaia García se extiende a los niños con problemas como el autismo. En este último caso el objetivo es favorecer la comunicación y aumentar sus interacciones sociales. "La música actúa como un medio alternativo de comunicación y a través de ella pueden establecer una relación con el mundo", detalla. Los musicoterapeutas aplican métodos como la improvisación musical, las audiciones, el manejo de instrumentos musicales o la escucha de canciones.

En Madrid, estas terapias profesionales ya se aplican en hospitales.