La situación que vivía J.M.G.L., vecino de Talarén (Navia) y de oficio ganadero, era desesperada. Sin apenas ingresos, con dieciocho cabezas que mantener, y carente de recursos para, simplemente, trabajar, quería evitar a toda costa quedarse sin su único medio de vida. Por eso echó mano de una pala de dientes y se encerró en la cuadra cuando, a las nueve de la mañana de ayer, llegaron los técnicos de la Consejería de Medio Rural acompañados de dos camiones con objeto de retirar el ganado, al comprobar en una inspección que no se encontraba debidamente atendido.

La situación precisó de la intervención de una veintena de efectivos de la Guardia Civil, que, tras casi siete horas de encierro y dos y media de negociación, lograron que el ganadero cediese de forma pacífica en sus intenciones, y fuese trasladado al Hospital de Jarrio a causa de su "nerviosismo".

La estrechez económica marcaba los últimos tiempos en casa "El Brasuco", donde residía este ganadero de 59 años, sólo desde el fallecimiento de sus padres hace una década. Era frecuente verle segando la hierba a guadaña, y transportándola después en carretillo hasta su ganadería. Las averías, y el coste del combustible, le habían apartado del uso de maquinaria agrícola. Cuentan personas allegadas que, hace unos meses, la compañía eléctrica le cortó el suministro de luz durante unos días, situación que pudo solventar con ayuda familiar. Desde entonces, Central Lechera Asturiana no recogía la producción. Costear el pienso o el forraje para sus animales le era tarea imposible.

Las inspecciones de bienestar animal del Principado determinaron que los animales se encontraban mal atendidos, por lo que se optó por una solución drástica: su retirada y sacrificio. Ayer debía ser el día en que se los llevasen, pero J.M.G.L. se opuso con los medios que tenía a su alcance.

"Sacó una pala de dientes, y se puso violento. Llegó a forcejear", cuentan testigos de lo sucedido. La Guardia Civil movilizó entonces a varias patrullas, incluidos miembros del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (USECIC) de Oviedo, fuertemente armados. En total, una veintena de efectivos, para garantizar la seguridad del ganadero y de los propios agentes. También acudieron al lugar efectivos sanitarios y una ambulancia. El aparatoso despliegue llamó la atención y causó estupor entre el vecindario, en una zona rural y, por costumbre, muy tranquila.

El encierro se prolongó durante toda la mañana, y no fue hasta las tres y media de la tarde cuando el vecino cedió en su resistencia, tras dos horas y media de trabajo del negociador del Instituto Armado, desplazado hasta la zona desde Oviedo. Lo hizo "de forma pacífica" y "sin actos violentos ni malas palabras". Los profesionales sanitarios recomendaron su traslado a Jarrio.

Los vecinos, lejos de hacerse los despistados ante la situación que atravesaba este naviego, le ofrecieron ayuda en varias ocasiones al ganadero, que nunca quiso aceptarla. Hablan de él como una persona "excelente" y de buen trato, aunque también tímido y "algo retraído". "Comenzó a ir a menos, poco a poco, y entró en una espiral de la que es muy difícil salir si no aceptas ayuda", relataba ayer uno de los vecinos cercanos. Lo cierto es que su situación también había llegado a oídos de los representantes municipales, que trataron de persuadirle para que se deshiciese del ganado antes de llegar a una situación como la de ayer. También se encuentra apoyado por los Servicios Sociales.

El ganado, que ayer atendió un familiar, le será retirado, previsiblemente, en la jornada de hoy.