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La Pasión, a mano en Luarca

Paz Rodríguez tiene 94 años y heredó de su madre el cargo de vestir a la Dolorosa, que transmite a su hija y a su nuera: son tres de los numerosos feligreses que preparan una de las Semanas Santas más solemnes de Asturias

Paz García y su madre, Paz Rodríguez, vistiendo a la Dolorosa, ayer, en la capilla de La Atalaya. A. M. SERRANO

Son las diez de la mañana y en la capilla de La Atalaya de Luarca hay un movimiento inusual. Se acerca la Semana Santa y la Real Hermandad del Nazareno prepara con mimo todo lo que rodea a las procesiones. Dice el Hermano Mayor, Evaristo Guardado, que un cometido de este calado merece atención constante. "Se trabaja todo el año", explica mientras dirige parte de las operaciones que están llevando a cabo socios y voluntarios estos días en la capital valdesana.

En total, son una veintena. Juntos hacen todo lo que no se ve de las seguidas y famosas procesiones de la Semana Santa luarquesa. Fuera hace un frío "raro" para principios de abril y todos miran al cielo. "A ver si el tiempo acompaña el martes (cuando se baja el Nazareno, 19 horas)", dice Jorge Suárez a las puertas de la capilla, donde descansan todo el año la citada talla, además de la de la Dolorosa, San Juan y la Verónica.

Las tres primeras cambian de indumentaria con la llegada de la Semana Santa. En una de las salas de la capilla Paz Rodríguez Martínez-Pastur, de 94 años, se concentra en vestir a la Dolorosa. Lo hace desde que tiene siete años. "Recuerdo cuando venía con mi madre; entonces me limitaba a pasar los alfileres", cuenta. Hoy en día ella es la que pone las galas a las imágenes. "Conoce cada pliegue del manto", dice su nuera, Lidia Fernández, que este año se encargó de vestir la túnica y el manto a San Juan. Paz García es hija de Paz Rodríguez y la persona que la ayuda desde que tiene uso de razón. "Este trabajo lo hacían mi abuela y las tías de mi madre. por eso no faltamos; para nosotros es una tradición", explica. La Virgen se vista a solas y siempre evitando las miradas ajenas. Relativamente cerca está el Nazareno, que para la ocasión lleva un manto bordado en hilo de oro, de valor secreto y donado por una devota hace dos años

Los hombres que se hacen cargo de los preparativos se encargan de poner las baterías a los pasos. También comprueban que la iluminación funciona y ponen las frágiles tulipas de las luminarias. "Todo lo que se hace ahora se tiene que deshacer cuando acabe la Semana Santa. Es importante guardar bien todo", explica Guardado. Especial cuidado requieren las vestimentas de las imágenes. Cuenta Paz Rodríguez que hay que doblar bien los mantos, capas y túnicas y arropar con celo las zonas de los bordados para evitar el deterioro por humedad.

Fuera de la capilla, también se aprecian los preparativos. La capilla de La Atalaya estará iluminada toda la Semana Santa. Para estos días señalados se instalan en el exterior tres focos que iluminarán la entrada al templo. También el Ayuntamiento se suma a los cuidados limpiando el camino que pisará el Nazareno Ayer, se ocupaban de este trabajo Iván Rodríguez y Pilar Morán.

En la iglesia de Luarca todavía espera más trabajo. Allí llegarán las cuatro imágenes el martes desde La Atalaya y es necesario colocar las mesas donde las tallas vivirán la Semana Santa.

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