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El Chao, simplemente Historia

Tras el convenio entre Cultura y Grandas, que pone fin a años de polémica, el complejo se concentra en mostrar sus valiosas piezas

El Chao, simplemente Historia

Hace apenas unos días, Consejería de Cultura y Ayuntamiento de Grandas de Salime hicieron público el nuevo convenio que normalizará y regulará el depósito de materiales arqueológicos en el centro de interpretación del Chao Samartín. El acuerdo llega para poner fin a todas las tensiones que en el pasado marcaron la relación entre las administraciones e incentivar el conocimiento y divulgación de una serie de piezas de extraordinario valor. Desde el Neolítico, hace unos seis mil años, hasta el siglo X, en plena Edad Media, la colección que se atesora en el municipio grandalés ofrece un completo relato de la vida de los habitantes del pasado, no sólo del concejo, sino de toda la cuenca del Navia y del occidente asturiano.

Lo que se puede ver en el centro de interpretación del Chao Samartín, señalan los expertos, es una colección en la que se cuentan ejemplares "únicos" dentro del repertorio arqueológico. Tanto por el amplio espacio temporal que abarca como por la buena conservación de la mayor parte de las piezas. Tal es así porque el yacimiento, que se remonta al año 800 antes de Cristo, fue abandonado de forma súbita tras un seísmo a finales del siglo II, dejando los moradores toda su vida atrás. Además, es un caso extraordinario como muestra del proceso de romanización, con la instalación de la "domus" o vivienda noble romana, que da fe de la situación dominante de este enclave en la zona.

Adentrarse en el museo significa, por tanto, realizar un viaje en el tiempo. Un trayecto que comienza con los primeros moradores y sus rudimentarias armas, cuencos y primeras formas de bisutería, a base de vidrio y bronce. Destaca, sobre todo, el hallazgo de un fragmento de cráneo custodiado en una urna de piedra en la puerta de la acrópolis, que en su momento con toda seguridad formó parte de un ejercicio ritual.

Un paso adelante, en plena edad del Hierro (siglos VI-I a.C.) el asentamiento refuerza sus defensas, y aparece la sauna, un elemento muy extendido en los castros prerromanos de la comarca. Además de la actividad campesina, se desarrolló una metalurgia, de la que quedan numerosos vestigios, en forma de piezas de museo: moldes y crisoles para la fundición, herramientas, y joyas con metales preciosos. También destaca el trabajo en cerámica.

Con la llegada del nuevo milenio, los romanos hicieron acto de presencia. Establecieron en el Chao Samartín uno de sus centros de poder, y la presencia del ejército se dejó sentir en todo el enclave. De esta época es la domus, residencia de un cargo destacado de la administración militar. Vestigios de la presencia romana son los elementos de escritura y juegos de mesa, como dados y fichas, así como las monedas: denarios de Augusto, ases de Tiberio y de Claudio. La cerámica es el material más común, y de ella está hecho otro de los elementos más destacados: un vaso en el que se puede leer un saludo de los habitantes de un pueblo cercano a los residentes en Ocela, que correspondería con el propio asentamiento grandalés del que dan cuenta los geógrafos ya en el siglo II.

Tras el brusco abandono del Chao, en la Edad Media se retoma la actividad, utilizando el lugar como centro de enterramiento. Pocas noticias hay posteriormente hasta la época moderna, cuando se realizan algunas excavaciones, y los investigadores se comienzan a dar cuenta del tesoro enterrado en esta loma. No es hasta 1990 cuando se inicia el trabajo arqueológico, y años más tarde surge el Plan Arqueológico del Navia-Eo, en el que el arqueólogo Ángel Villa y su equipo dan forma a la colección, que hoy reúne más de cuatrocientos elementos en su exposición permanente, y miles en sus almacenes a la espera de completar su estudio. "La importancia y la riqueza del yacimiento ha dado lugar a un depósito arqueológico único en su categoría. Es extraordinario", refiere el investigador.

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