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Gondán bota el barco de su historia

"Que sirva para ver de dónde venimos y el trabajo que costó llegar", dice María José Platero, autora del libro sobre el astillero que se presenta hoy

Gondán bota el barco de su historia

La castropolense María José Platero decidió armar la historia de su familia para dejar constancia por escrito del esfuerzo y tesón con el que forjaron en la pequeña villa de Figueras una de las empresas navales más relevantes de Asturias: Astilleros Gondán. La idea comenzó a rondarle la cabeza en los ochenta del siglo pasado, sin más pretensión que recopilar para uso privado la trayectoria de esta saga familiar, pero con el tiempo se convirtió en el libro "Astilleros Gondán. Historia de una tradición familiar", que se presenta hoy, a las ocho de la tarde, en la casa de cultura de Castropol.

"Nunca pensé que acabaría publicando un libro, pero estoy muy contenta de cómo quedó y espero que sirva para ver de dónde venimos y el trabajo que costó llegar", precisa la autora del libro, que además de ser nieta del fundador de la firma, Francisco Díaz Martínez (1903-1993) y hermana de su actual director, Álvaro Platero, es la presidenta de Unicef Asturias. A ellos les dedica su trabajo con estas emotivas palabras: "A mi abuelo, quien amasó como nadie la mezcla de trabajo y la visión audaz del emprendedor. Y a mi hermano, que es capaz de mejorar cada día esa maravillosa receta".

En las 138 páginas de este libro editado en formato bilingüe (español-inglés) se puede realizar un viaje al pasado de esta empresa, fundada en 1925 y en la que se han construido más de 200 embarcaciones para una veintena de países. La publicación comienza con la trayectoria vital de Francisco Díaz Martínez, a quien su nieta define como un "empresario de raza" con "perspicacia clarividente, insobornable determinación, firme tenacidad e infatigable resistencia a la adversidad". Nació en una "humilde y numerosa familia" de Berbesa, hijo de Josefa Martínez Casariego y Francisco Díaz Fernández, más conocido como Gondán en alusión a la aldea de Barreiros (Lugo) de donde era oriundo.

El bisabuelo se inició como aprendiz en la carpintería naval de La Linera (Castropol) y después, cuando emigró a Montevideo, trabajó como carpintero de ribera en la construcción del "General Rivera", el primer barco de guerra construido en la República Oriental del Uruguay. En el año 1886 regresó a casa para dedicarse a la construcción y reparación de barcos por la zona, un oficio que después enseñó a su hijo Francisco.

El fundador de la firma emigró a Argentina pero, tres años después, regresó a casa al borde de la muerte, como él mismo dejó por escrito en un relato que preparó para ayudar a su nieta a dar forma a la historia de la familia. Ya recuperado, siguió fabricando barcos en el taller familiar de Berbesa, junto a su padre. Allí se presentaron a principios de la década de los años veinte unos armadores de Rinlo con el propósito de poner un motor a una embarcación pesquera. El padre rechazó la oferta, pero su hijo logró llevar a buen puerto el encargo lo que, narra la autora, "supuso un punto de inflexión en la trayectoria del joven Francisco". Los pedidos aumentaron de tal modo que era inviable seguir en Berbesa. Así pues, dio el paso y adquirió unos terrenos en Figueras donde nació el actual astillero.

El libro repasa los duros inicios y también el crecimiento de la empresa con algunos hitos destacados como el paso en 1968 del casco de madera a acero, mérito de Francisco Díaz Madarro, segundo hijo del fundador. También da cuenta de la política de expansión de la firma, que llevó a su abuelo a fundar Astilleros de Huelva y a adquirir el valenciano Astilleros Neptuno.

Momento clave de la historia más reciente de Gondán es la incorporación de Álvaro Platero en septiembre de 1987, recién concluidos sus estudios de Ingeniería Naval. Se puso a trabajar junto a su abuelo y el entonces director, Ceferino Ron, para tomar el relevo de la nave. Con la llegada de Platero, cuenta su hermana, se abre la senda de la modernización y la expansión internacional y el astillero comienza su última gran transformación, pasando de construir barcos de pesca a centrarse en otras tipologías como remolcadores o buques de apoyo a plataformas petrolíferas.

"El abuelo estaría orgulloso de Álvaro. Se complementaban muy bien y miró mucho a quien dejaba la empresa, para garantizar que siguiera adelante. Más que una empresa, esto era su familia", precisa María José, que también forma parte de la compañía.

La autora constata que su abuelo fue un "adelantado" a su tiempo, capaz de crecerse ante cualquier problema. "Él miraba siempre hacia adelante, como Álvaro. Uno lo empezó, pero el otro lo continuó y lo mejoró mucho. Hay que pensar que cuando mi hermano llegó a Gondán había tres ordenadores y solo se usaba uno", apunta. Una cosa que deja clara esta mujer es que estar al frente de una empresa como Gondán implica "mucho esfuerzo, trabajo y preocupaciones".

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