El maestro apareció enteramente de negro, se sentó al piano, y dejó que sus dedos bailasen frenéticamente sobre las teclas de marfil. Tras varios minutos de virtuosismo, un leve silencio dio paso a una entregada ovación. Joaquín Achúcarro acababa de interpretar la primera de las piezas del programa, "Fantasia Impromptu" de Chopin, y los allí presentes eran plenamente conscientes de que acababan de ver algo único. Todo un privilegio.

Así fue la entrada del pianista bilbaíno en el festival "Horacio Icasto", que albergó en la tarde de ayer la iglesia parroquial de Santa María de la Barca. El templo se llenó para presenciar a uno de los grandes intérpretes de música clásica que, a sus 84 años, demostró estar en plena forma. A lo largo de dos horas de recital, repitió con Chopin, para luego continuar con Ravel, Debussy, Rachmaninoff, y rematar con dos composiciones del español Isaac Albéniz. Todo un deleite para los sentidos

Antes, previa a su entrada en acción y durante la presentación del acto, Servando Fernández, cronista oficial de Navia, destacó la figura del recordado Horacio Icasto, del que dijo, "fue un soberbio intérprete" y una "magnífica persona". Destacó, además, que con la presencia de Achúcarro Navia se convertía por momentos en "la capital musical de toda la región".

Del mismo modo, tomó la palabra Emma Jiménez, esposa de Achúcarro, y también un prodigio del piano. Han pasado una vida entera disfrutando juntos de este instrumento. "Joaquín ama lo que hace con auténtica pasión. Cuando escucho alguno de sus conciertos, siempre me sorprende con algo; no para de investigar. Escúchenlo con atención, les gustará muchísimo", dijo. Ciertamente, no se equivocó.