Los restos de la gran romería eran evidentes ayer por todo Luarca: operarios empleados a fondo en la limpieza, visitantes abandonando la localidad maleta en mano, y algún que otro romero trasnochado aún buscando tomar la última. Sin embargo, los signos más evidentes de la algarabía del martes se dejaron ver en el campo de San Timoteo, convertido en un auténtico mar de plástico, vidrios, botellas y cartones. "Como si hubiese pasado Atila", resumía Antonio Álvarez, "Tono", de la cofradía local.
Dos operarios de Cogersa cargaban dos contenedores, repletos hasta rebosar, a la entrada a la finca. "Nuestro trabajo acaba aquí, recogemos esto y nos vamos", explicaron. El resto le tocará limpiarlo a una empresa especialmente contratada por la cofradía.
Tendrán trabajo por delante, puesto que en el campo se podía ayer encontrar de todo: amasijos que antes eran cenadores, plásticos que sirvieron contra el sol, vasos y botellas de toda forma y color, además de montoneras de basura aquí y allá. "Esto me va a servir a mí para el huerto", aseguraba un vecino arrastrando un buen trozo de plástico negro. Hubo quien se afanó en recoger botellas de sidra, especialmente cotizadas; y también aquellos que curioseaban por si acaso. "Hay que mirar bien. Si tienes suerte, puedes llevarte una agradable sorpresa", señaló un padre de familia, acompañado por su mujer y dos hijos.
