El Franco acaba de clausurar el segundo Curso internacional de música tradicional, que ha sido todo un éxito de participación, con casi cuarenta alumnos. Simon Bradley es uno de los profesores, que ha aportado al seminario su maestría y virtuosismo a la hora de tocar el violín. "Es una gran experiencia", reconoce el escocés, que además participó en la Noite Celta de Porcía como miembro del grupo "Albastur Cultural Exchange". Lleva veinte años vinculado a Asturias, donde dice sentirse "muy a gusto".

- ¿Qué es "Albastur Cultural Exchange"?

-Se trata de un proyecto para traer la cultura y la música de Escocia hasta Asturias, y lo contrario, para llevar algo de Asturias a tierras escocesas. Hay músicos llegados desde el Reino Unido que están aprendiendo de profesionales asturianos, de "Felpeyu" y "Llan de Cubel", entre otros.

- ¿Qué similitudes hay entre ambas culturas musicales?

-Entre lo que es similar están los instrumentos, como los violines, el acordeón, guitarras, flautas y gaitas, aunque en ellas hay diferencias. También es igual la manera de disfrutar la música, con conciertos en el pueblo, para juntar a la gente, para celebrar cosas.

- ¿Y diferencias?

-Tenemos ritmos en común, pero, al igual que en la forma de hablar hay acentos diversos, nosotros con los instrumentos decimos las mismas palabras pero de maneras diferentes. Se puede notar esto en la música, en detalles. Hay mucho en común, hay aspectos diferenciados y cada uno tiene su carácter. Son complementarias.

- ¿Cómo ha sido la experiencia en el curso de El Franco?

-Muy buena, es la segunda vez aquí. Nuestro trabajo en Escocia, en la Universidad Highlands and Islands es sobre música aplicada. No es sólo aprender a tocar, también a aplicar esos conocimientos en la comunidad, más prácticos. Hemos traído a cuatro de nuestros alumnos para que vivan la experiencia de dar clases. Es una lección que sirve para mucho, una experiencia muy importante para ellos. Lo pasamos muy bien; y es la primera vez que estos jóvenes salían de su casa, para conocer cosas nuevas. En general, ha ido muy bien.

- ¿Qué proyectos tienen en Escocia?

-Tenemos cursos de nueve meses, como introducción a la carrera, que es de cuatro años, y también masters. Hay músicos de clásica, rock, electrónica y tradicional. Tenemos unos cien alumnos en toda Escocia, que reunimos cuatro veces al año, para hacer conciertos y clases especiales. Es muy interesante cuando mezclas músicos de diferentes estilos, que tienen que buscar soluciones y dar con algo en común para trabajar y que suene bien.

- ¿Cómo funcionan?

-Somos pioneros en Gran Bretaña. Utilizamos videoconferencia para dar las clases, aunque cada uno tiene su profesor propio, cara a cara, para el instrumento. Utilizamos las nuevas tecnologías para unir los trabajos. Este modelo da mucha flexibilidad, porque muchos de nuestros alumnos son profesionales, y pasan buena parte del tiempo de gira. Con su portátil, hacen la clase, y pueden aprender. Está abierto a todas las edades.

- ¿Se podría exportar ese modelo, por ejemplo, a Asturias?

-No es difícil, aunque es necesaria cierta infraestructura, y docentes profesionales para ello. Los asturianos pueden unirse a los cursos actuales, solo tienen que hacer cuatro viajes a Escocia.