San Andrés es la última feria de renombre entre las que se celebran anualmente en el recinto ferial de la Imera de Cangas del Narcea. Es conocida por su tradición de ser el mercado en el que se vendían las vacas matonas y también toros. Sin embargo, ayer apenas había representantes de estos ejemplares en el recinto, y en el ambiente poco ánimo para comprarlos. Buena parte del ganado presente en la feria era para vida, pero también faltaban compradores para ellos.

Los ganaderos que acudieron con sus reses a la feria sufrieron una decepción al ver que casi no había tratantes y que entre los asistentes no había espíritu de compra, lo que hizo que muchos volvieran para casa sin cerrar tratos y con sus ejemplares. "Traje una matona, era lo típico de esta feria, pero ahora la gente, como no puede matar en casa, ya no las compra", explica Roberto Pérez, de Tineo.

Muchos calificaban el encuentro de frío, como el tiempo que hizo ayer durante toda la jornada, por la falta de compraventas. "Vendí dos vacas de las que traía; bueno, las regalé, porque hay poco a quien vender y menos en este tiempo en el que hay que cebar en la cuadra y la gente con la sequía que hubo no tiene mucha comida", explicaba resignado Manolín Antón, de Belmonte de Miranda. También logró vender algo Borja Álvarez, que llevaba 15 terneros de recebo. No obstante, insistía en la idea de que estaba siendo mala época para vender ganado de vida.

Manolón de Villarmental fue otro de los que quiso cumplir con la tradición de la feria bajando un toro, pero no llegó al trato. "Ya no se vende nada, la gente se arregla en casa y ya ni pasa por el mercado", lamentaba este ganadero.