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La Rectoral "ganó en accesibilidad, estética y funcionalidad" tras las obras de remodelación

"Intentaremos corresponder con la mejor gestión posible", afirma Jesús Mier, que logró reabrir el hotel para la Semana Santa

Mier muestra uno de los ventanales renovados. T. CASCUDO

A la mayor remodelación del hotel rural La Rectoral desde su apertura en 1986, le tocó el peor invierno de los últimos años. Por eso, muy pocos confiaban en que la obra pudiese estar lista para la Semana Santa, cuando este establecimiento debía reabrir tras cuatro meses de cierre para acometer las mejoras. "Al final se resolvió bien", señala el gestor del hotel taramundés, Jesús Mier, que sufrió al ver cómo se acercaba la fecha y la obra no concluía.

"Trabajé con los obreros porque me urgía que esto funcionara. Ya contábamos con la Semana Santa y no se podía perder", añade. Pasado el apurón, Mier hace un balance positivo de una actuación que ha permitido al inmueble, propiedad del Ayuntamiento de Taramundi, "ganar en accesibilidad, en funcionalidad y en estética". El responsable del establecimiento agradece el esfuerzo inversor del Principado y el empeño del regidor taramundés, César Villabrille, por llevar a cabo esta remodelación. "Nosotros intentaremos corresponder con la mejor gestión posible", apunta Mier, que se ocupa del hotel desde que salió a concurso en 2013.

Las obras, adjudicadas a la empresa Cogarla por 138.419,01 euros (IVA excluído), actuaron en diversos frentes. Por un lado, se mejoró la accesibilidad del hotel, creando un acceso directo desde el aparcamiento a la terraza exterior, habilitando unos baños en la planta de recepción y mejorando la habitación que el hotel ya tenía adaptada para personas con discapacidad. "No cumplía la normativa actual, así que se hizo un baño nuevo y se ganó espacio", precisa Mier.

En segundo lugar, se actuó en la cubierta del edificio, en concreto en la zona principal que antaño era la casa rectoral. "Tenía una losa antigua de mucho peso y, con el paso del tiempo, había zonas donde había cedido la estructura y pedía un cambio", apunta. Esta actuación sirvió para "actualizar el edificio en cuanto a aislamiento térmico y acústico". Dice Mier que el cambio "se nota muchísimo" en el interior.

La renovación de la cubierta sirvió también para hacer mejoras estéticas en la recepción, el llar, la cafetería y el comedor. En estos últimos espacios el cambio es notable pues se eliminó un piso superior para dejar las vigas al descubierto. También se colocó una chimenea que hace más acogedora la estancia. Queda un último remate que es cubrir con una cristalera la terraza exterior anexa al comedor, lo que permitirá usarla todo el año. Por otro lado, se instaló un montacargas para unir la cocina con la terraza exterior de la planta baja y se renovó la galería de diez habitaciones, lo que permitió ganar en aislamiento al aumentar el perfil de la madera y de los cristales.

Mier lleva ya cinco años al frente de La Rectoral y está satisfecho con la evolución del hotel, que ya había dirigido en sus inicios. "Funciona bien. Hemos recuperado un veinte por ciento los precios y un veinte por ciento la ocupación, lo que conlleva una mejor rentabilidad", precisa.

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