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El Instituto Manuel Suárez, el adelantado de Navia

"No costaba nada y nos regalaban el uniforme y los libros", destacan antiguos alumnos del centro medio siglo después

Antiguos alumnos y profesores del Manuel Suárez, reunidos en Navia. G. G.

Cuando, hace más de medio siglo, abría sus puertas en Navia el instituto laboral de la Fundación Manuel Suárez, multitud de jóvenes del municipio vieron en él una oportunidad de labrarse un futuro profesional a través de una formación de calidad. Suárez, el mecenas de aquel centro, era un emigrante de Téifaros (Andés) que invirtió la fortuna lograda en México para hacer prosperar su tierra natal. Y lo logró. "El instituto permitió que chavales que no tenían otro lugar en el que estudiar se convirtiesen en profesionales formados, con cualificación superior", afirma César Rafael García, uno de los miembros de las primeras promociones e impulsor de un encuentro de antiguos alumnos y profesores cincuenta años después.

Este sábado, una docena de estudiantes de la tercera promoción, la de 1968, volvió a encontrarse en Navia y, tras una visita a las aulas del Manuel Suárez, actualmente sin actividad, mantuvieron una agradable comida de hermandad junto a sus familias y antiguos maestros del centro. Todo fueron buenos recuerdos de una institución que, dicen, supuso "un avance tremendo" para Navia y para el entorno, contando para ello con medios y servicios adelantados a su época.

"El Manuel Suárez le dio vida a Navia. En aquellos tiempos podían estudiar los hijos de muy pocas familias, aquellas que tenían medios para ir a un internado a Oviedo o a Gijón. Para el resto no había nada, y este centro abrió con unas condiciones muy novedosas para aquella época", recuerda García. Contaba, por ejemplo, con transporte escolar propio para todo el municipio, servicio de comedor escolar, una granja con tres tractores y, al poco de abrir, añadió un internado para los jóvenes de concejos cercanos. "No costaba nada y nos regalaban los libros y el uniforme. Fue un alivio tremendo", alaba César Rafael García.

José Luis Martínez es de Santander, pero estudió en Navia, ya que su padre se trasladó para construir el salto de Arbón. Ahora vive en México y ha podido encontrarse con sus compañeros medio siglo después. "Gracias a la persona que financiaba este centro, no nos costó nada estudiar. Creo que fue una cosa muy importante para todo el municipio", valora. José Manuel García, por su parte, fue primero alumno y después profesor: "Era un Bachillerato que combinaba aspectos académicos, con otros prácticos, un sistema muy adelantado", enfatiza.

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