"No sé cómo, pero es necesario que se quede la juventud que aún no se ha ido y que vuelvan los que están fuera para llenar nuestras casas y calles haciendo que nuestro pueblo no se vaya apagando poco a poco y vuelva a ser de nuevo el que fue antaño", defendió Antonio Valle en la lectura del pregón que abrió las fiestas del Carmen y el Corpus de la pequeña localidad castropolense de Figueras.

Valle, jubilado de la Caja Rural, donde llegó a ser jefe de la zona occidental, es natural de Barres, aunque lleva casi 43 años en Figueras, donde dijo sentirse "integrado desde el primer día". Por ello se confesó "ilusionado" cuando le propusieron ser este año el pregonero de los festejos, que se prolongan hasta el domingo con multitud de actividades.

Valle, ante una abarrotada Casa de Cultura, desgranó buena parte de sus recuerdos de Figueras, empezando por cuando acudía al puerto con su abuela Sancha para embarcar en un bote de pasaje hacia Ribadeo. Precisamente, a la villa lucense, a la que se refirió como "pueblo grande", le reprochó haberse llevado buena parte del esplendor de la localidad figuerense. "Nada malo tenemos contra el pueblo grande de enfrente, pero nos llevó casi todo lo bueno sin mandarnos nada a cambio", añadió. Bromeó incluso con imponer un impuesto a los muchos ribadenses que en temporada estival cruzan el puente de los Santos para acudir a la playa de Arnao.

"También cobran ellos por visitar la playa de las Catedrales", añadió, mientras achacaba el comentario a un amigo jubilado. Usó el mismo formato para hacer otras reivindicaciones más en serio como la de la falta de cuidado para las calles con cunetas y aceras invadidas por la vegetación y la necesaria reparación de la torre del reloj y la antigua maquinaria relojera. "El reloj está callado, lleva tres semanas parado esperando ayuda", precisó, al tiempo que confesó que la "belleza y envergadura" de la torre le impresionaron desde bien niño.

Hoy, a las seis de la tarde, está programado un homenaje a los mayores de la localidad.