Lo dijo el cura, Iván González, al inicio de la procesión: "Como siempre, saldremos en orden y con devoción". Y es que hay una fiesta en Salas, la que honra a la Virgen del Viso, que cumple con la tradición y que trata de ser tan "formal" como antaño, guardando respeto ante el silencio de la procesión y el sentir de los rezos.

La imagen de la Virgen salió ayer a mediodía rumbo al campo cercano a la capilla, el mismo que preside una cruz. Los devotos se turnaron durante este medio kilómetro para portar la venerada talla. "Todos quieren estar cerca", explicó la Hermana Mayor de la Cofradía del Viso, Carmen de Aspe. Ante la cruz se posa a la Virgen, y allí se reza la Salve para volver al santuario y oír la misa.

José Manuel García vive en Madrid, pero como "buen salense" vuelve cada 15 de agosto. "Pocas veces falté; soy devoto de toda la vida", relató entre el gentío que se agolpó para ver la talla religiosa y también para observar la estampa de Salas desde la capilla. También hubo asturianos que pisaron por primera vez el festejo y lo hicieron "con mucha ilusión". Carmen Fernández, de Avilés, fue una de ellas: "Me está gustando todo", dijo. Tras la misa, tocó la populosa jira campestre en el robledal de Folguerúa.