Navia se volcó ayer con su patrona, Nuestra Señora de la Barca, como manda la tradición cada 15 de agosto. Centenares de personas participaron en la multitudinaria procesión de la tarde con la que la imagen, muy venerada en la villa, viajó desde la iglesia parroquial hasta el muelle, donde fue conducida en andas hasta el remolcador "Armón Uno". Acompañada de decenas de embarcaciones, y bajo el ensordecedor sonido de las sirenas y los voladores, la comitiva fue ría abajo hasta la bocana, para regresar de nuevo a tierra.

Fueron muchos, también, los que cumplieron con la tradición de enfundarse el traje llanisco y, siguiendo el legado que dejó Laura Fernández, "Laurita", hubo niños con su pandereta, ramos de toda condición y tamaño y, para rematar, el imprescindible baile de la danza prima en la plaza del Ayuntamiento.

"Es un día muy entrañable para todos. En mi caso, estoy prometida a la Virgen, y me vestiré cada año hasta que me muera", explicó María José Méndez Fernández, buena muestra de la gran devoción que los naviegos profesan a su patrona. "Es un momento muy emotivo, que vivimos juntos y en familia. El día está precioso y hay que disfrutarlo al máximo", aseguró.

La festividad de Nuestra Señora de la Barca no agota las celebraciones en la villa naviega, que hoy rinde tributo a San Roque, con procesión y misa a partir del mediodía. Llegada la noche, se disfrutará en la dársena del muelle de la actuación estelar de "Café Quijano". Mañana, y como colofón a los festejos, miles de romeros participarán en la Jira en Veiga de Arenas.