"Sin darnos cuenta nos hicieron tapiegos", sentenció ayer el australiano John Ford para agradecer "el trato tan personal, familiar y cariñoso" que los tapiegos le dieron a él y a sus compatriotas a su llegada a la villa. El cariño es mutuo y prueba de ello fue un auditorio lleno hasta la bandera en el acto institucional que conmemoró los cincuenta años de la llegada del surf a Tapia de la mano de los hermanos Robert y Peter Gulley.

"Hablar de Tapia es hablar indudablemente de surf", señaló la alcaldesa de Tapia, Ana Vigón, quien se comprometió a preservar el legado surfista instalando unos paneles informativos en el paseo de la playa -denominado paseo de los hermanos Gulley- para que quien se acerque a la villa conozca la historia del surf.

La recordó Esteban Sánchez-Ocaña al rememorar a "aquel par de tipos raros que se bajaron de una furgoneta con sus tablas y se echaron al agua". La semilla que dejaron no solo instaló el surf en Tapia, sino que abrió un vínculo inquebrantable con los australianos. "Tapia es el único pueblo capaz de hermanarse con todo un continente", bromeó.

Tanto Félix Martín, que prepara un libro sobre la huella del surf en el concejo, como el propio Robert Gulley reconocieron el papel de las mujeres -muy especialmente el de Adela Bas y Covadonga Obegero- en el asentamiento del surf en Tapia y sus palabras fueron muy aplaudidas. "Algún día habrá que homenajear a esas dos mujeres y a las primeras surfistas tapiegas", añadió Martín.

Mención especial merece Geoff Player, que se desplazó desde Australia para asistir al acto y reencontrarse con una villa que no pisaba desde 1968: "Para mi fue un sueño encontrar una playa sin surfistas". También para Gulley, que ayer mostró su satisfacción por ver que el surf en Tapia "está en muy buenas manos". "Viva el surf y viva Tapia", concluyó.