Eduardo Molina, de Badajoz, es voluntario. Durante todo el mes de agosto ha estado trabajando en el cuidado de la huerta en la Finca El Cabillón, dependiente de la Fundación Edes, en el marco del programa WWOOF, que se refiere al plan de oportunidades de voluntariado internacional en granjas ecológicas. "Me gusta la ecología, y este sitio es una maravilla. Me aporta muchísimo el trato con los chicos y chicas que trabajan aquí", asegura Molina. En total, han sido seis las personas adheridas a este plan que han desempeñado su labor en El Cabillón a lo largo del verano.

"Cuando hay labores de voluntariado, las dos partes dan y reciben. En nuestro caso, logramos ampliar el círculo de relaciones de las personas con necesidades de apoyo; y los voluntarios sienten que aportan a un proyecto social, y logran un conocimiento de cómo se manejan estos cultivos", explica Laura López, del servicio de empleo y formación de la Fundación Edes, que destaca que, además de los voluntarios de verano, hay otros que aportan su trabajo durante el resto del año.

Molina repite experiencia, por la satisfacción que encuentra recolectando arándanos, sembrando puerros, calabacines y judías verdes. "Es una experiencia excepcional. Trabajar con estos chicos te aporta algo que nunca se va a poder devolver", dice el extremeño. Además, incide en que este tipo de programas están "muy extendidos" en los países del norte de Europa, aunque en España sean "menos conocidos". "Se trata de una gran oportunidad, porque da acceso a un montón de granjas ecológicas", apunta.