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Moal quiere movimiento

Superado el éxtasis de ser elegido "Pueblo ejemplar", el núcleo cangués confía en que el galardón refuerce su apuesta por el turismo

En la mesa, José Martínez, Sabino Lago y José Lago; de pie, Antonio Rodríguez, Lola Collar y Miguel Gil y Collar. D. ÁLVAREZ

Hasta cuatro bares, junto a otros negocios, llegaron a convivir en la localidad canguesa de Moal hace no muchos años. El pueblo era un ir y venir de personas, lleno de bullicio y habitantes, del que no era necesario salir para obtener los servicios mínimos comerciales ni de ocio. Una estampa muy diferente a la que da ahora el recién elegido "Pueblo ejemplar", en el que ya no quedan bares ni tiendas abiertas, pero que sin embargo ha sabido adaptarse al cambio y tirar del asociacionismo para mantener vivas las calles de su localidad.

Pasar de unos 300 habitantes a los 80 que hay actualmente fue el cambio más radical experimentado por la localidad, y el que propició que los negocios abiertos para dar servicio a todos sus vecinos fuesen cerrándose a medida que la población iba disminuyendo e iba llegando el momento de la jubilación a sus regentes. Además de los bares tienda, había una zapatería que también se encargaba de reparar los pinchazos en ruedas de todo tipo de vehículos, una peluquería, una sastrería y un almacén de piensos. Todos ellos ahorraban a sus vecinos y a los numerosos trabajadores de las minas que décadas atrás llenaban cada rincón del pueblo el tener que desplazarse a la villa canguesa para hacer gestiones diarias, y llenaban el pueblo de actividad.

"Éramos uno de los pueblos más grandes de la zona y teníamos de todo, ahora tenemos que tener coche porque hay que desplazarse por todo a Cangas", rememora Alicia Rodríguez, que regentó la zapatería de Moal.

Olga Lago, que llevó el último bar que cerró en Moal, recuerda que hubo una época de mucho trabajo en el pueblo. "Éramos cuatro bares funcionando y había trabajo para todos. Dábamos comidas, pero el momento de mayor afluencia era por la tarde y la noche, cuando la gente volvía de trabajar y todos se juntaban en los bares". Su local, Casa Abel, cerrado desde 2004, aún mantiene su estructura. Su marido, Manuel Alonso se resiste a despedirse de él y lo ha convertido en una especie de centro social que abre cada tarde para jugar una partida de cartas con los vecinos. "Antes había hasta cuatro partidas cada día, se echa de menos tener ese ambiente", reconoce Alonso.

Si algo les gustaría a los vecinos de Moal que les aportase el galardón de la Fundación Princesa de Asturias es precisamente más ambiente y vida en el pueblo que permitiese a la gente joven asentarse y emprender. En la actualidad, el negocio que se mantiene activo y que atrae visitantes es el del turismo rural, con tres casas abiertas, por lo que un crecimiento a su alrededor es algo que a los vecinos les gustaría ver.

"Abrir un bar aquí quizá no sería mucho negocio durante todo el año, pero en verano y los fines de semana incluso se podría pensar en dar comidas", considera Elsa Alonso. "Los turistas que se alojan en las casas rurales preguntan para tomar algo, sobre todo por las noches, y también los senderistas que se acercan hasta Muniellos", insiste. Unos visitantes que los vecinos de Moal esperan ver incrementarse a raíz de ser reconocidos como "Pueblo ejemplar" para conocer las rutas por sus montes y también la reserva integral de Muniellos, a cuya puerta están situados.

En los últimos años el asociacionismo ha tomado el relevo a la iniciativa privada para mantener el pueblo con vida y conseguir la implicación de los jóvenes de Moal en el día a día de la localidad, a pesar de que la mayoría han tenido que trasladar su residencia fuera por motivos de estudios y de trabajo. Una asociación de mujeres, otra cultural y otra deportiva se encargan de idear actividades tanto de forma individual como las tres unidas, con las que consiguen promocionar el nombre de Moal.

El máximo exponente lo tienen en la organización de la carrera por montaña "Puerta de Muniellos", en la que las tres trabajan codo con codo para ofrecer a 800 corredores un fin de semana inolvidable por sus montes y localidad. Para 2019 la cita con los montes de Moal ya está programada para el 6 y 7 de abril, mientras que estos días el pueblo se afana en prepararse para recibir a los Reyes.

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