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Los niños cangueses entran al otoño vendimiando

Los alumnos del colegio rural Río Cibea se acercaron ayer a los trabajos y tradiciones típicos de sus pueblos

Desirée Martínez y Daniel Fernández amasan su propio pan. D. Á.

Vendimiar, amasar pan, hacer mermeladas de temporada y plantar bellotas fueron las materias que desarrollaron ayer los 42 alumnos del colegio rural agrupado (CRA) Río Cibea. Un día especial, al que bautizaron como "Fiesta de Seronda", en el que sustituyeron las clases de lenguaje, matemáticas o inglés por una jornada de recuperación de tradiciones y cultura más cercana.

Desde el inicio de la jornada escolar, los alumnos de las tres aulas del colegio, Llamera, Carballo y Limés, se encontraron en la última escuela para disfrutar del día, todos juntos, realizando actividades típicas de la época y de sus pueblos. A pocos metros de la escuela de Limés, un vecino y padre de dos alumnos realizó la vendimia de su finca, a la que invitó a participar a todos los estudiantes, que no dudaron en remangarse para recoger las uvas de las cepas. Mientras unos recogían y después pisaban la uva, otros aprendían a amasar en un antiguo forno de leña en el que vieron cocerse empanadas y pequeños bollos.

Además, en las aulas del centro se estableció un equipo de elaboración de mermelada y en el patio se realizó una plantación de bellotas. Con este último taller se pretende conseguir que germinen los frutos y poder plantar en los meses de abril y mayo los rebollos que se logren en los montes que sufrieron el incendio del octubre del año pasado.

"En Cangas se quemó mucho monte y estamos plantando bellotas para repoblarlo, nos gusta hacer cosas para ayudar a la naturaleza", apuntaba el alumno Aitor Menéndez, que se estrenó ayer como vendimiador y panadero.

La profesora Sandra Flórez señala que el objetivo es conseguir que los alumnos "valoren las tradiciones y costumbres de antes como una seña de identidad propia y parte de su cultura y que participen" y para ello subraya la importancia de contar con la colaboración de las familias. En este caso, Marcial Fernández fue quien abrió su casa y viñedo a los escolares. "Presta implicarse para que los niños aprendan las costumbres y no las dejen morir, además a la escuela hay que cuidarla", subrayó Fernández. La jornada finalizó con una comida de toda la comunidad educativa.

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