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Luarca, el campo intergeneracional

Alumnos del instituto ayudan a los usuarios de la residencia de mayores de Villar a hacer una huerta a medida y aprenden a ser más solidarios

Por la izquierda, Sara González, Elena Fernández, Álex López e Isabel Álvarez. A. M. SERRANO

"Es como volver a casa". Lo dice el usuario de la residencia de mayores de Villar (Luarca) José Ramón Rubio, en referencia a la huerta ecológica que diseñó y que ahora trabaja junto a un grupo de alumnos del instituto Carmen y Severo Ochoa de Valdés.

Una vez por semana, los adolescentes, de entre 16 y 17 años, visitan la zona verde de la residencia para hacer las labores de campo. Ahora, construyen bancales con un objetivo: que los mayores que deseen sembrar "no tengan que agacharse y lo puedan hacer sin esfuerzo", explica el alumno Cristian Bouso.

Personas como José Ramón Rubio, "Ramonín", están "encantados" con esta propuesta del instituto que trabaja la solidaridad y les permite hacer un huerto "a medida de nuestras dificultades".

Fue un profesor del instituto que prefiere mantener su anonimato el que presentó el proyecto a la residencia. "Nos pareció estupendo, no nos pudimos negar", cuenta la directora del centro de mayores, Sandra Cuesta. El curso pasado se dieron los primeros pasos y este año ya hay una hoja de ruta. Primero se harán los bancales, para después sembrar y tener un huerto con el que abastecer la cocina de la residencia.

Sara González tiene 16 años y asegura que le gusta mucho la propuesta. "Es importante ayudar a los demás. Sientes satisfacción. Ves a los usuarios del centro contentos y eso tiene mucho valor", explica.

Entre zanja y zanja, y bancal y bancal, los alumnos y los usuarios de la residencia también aprenden a relacionarse. Hay mucho salto generacional y cultural, pero no es obstáculo para que la solidaridad y el huerto avancen. "¿Cómo hacemos aquí, 'Ramonín'?", pregunta Adrián Blanco, con una sonrisa.

Antonio González es otro usuario que sale al huerto cada vez que ve entrar al grupo del instituto. Él prefiere cuidar las berzas al estilo tradicional, no ecológico. "Hay que enseñarles un poco", dice sobre los alumnos. "Pero estoy a gusto con ellos", añade.

Entre todos, hacen compost para más tarde abonar sin química. Ademas, los estudiantes trabajan conceptos relacionados con el dibujo (esbozaron previamente el huerto) y la física y la química (han medido el ph de la tierra). En cualquier caso, los alumnos están interesados en una cosa: salir del aula "porque a veces se necesita", dicen. Volverán a clase con el calzado lleno de tierra, pero se llevan la satisfacción de ayudar a quien lo necesita.

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