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Almuña mantiene la llama

"Si llegamos hasta aquí es gracias a los valores de nuestros antepasados", dicen en el esfoyón de la localidad valdesana

Los vecinos, durante el esfoyón. A la izquierda, Raquel Menéndez, preparando los frixuelos el sábado por la noche en Almuña. G. G.

De las casonas, hórreos y paneras del barrio de San Lorenzo de Almuña emanaba, en la noche del sábado, un penetrante olor a castañas asadas, frixuelos y picadillo. Y a carbón, quemado en el horno donde se cocía un pan "como los de antes". Pero, por encima de todo, lo que se respiraba en el ambiente era la unión de un pueblo y la ilusión por recuperar oficios y costumbres de antaño, poco frecuentadas ya en pleno siglo XXI. La localidad valdesana celebró este fin de semana la segunda edición del festival del esfoyón y el amagüestu, en el que colaboraron activamente medio centenar de vecinos y que atrajo a cientos de personas para disfrutar de una noche con sabor asturiano.

La buena temperatura durante la velada, casi primaveral, animó la participación del público, que pudo sumarse al esfoyón de las panoyas de maíz, degustar sidra dulce para acompañar a las castañas o deleitarse con labores tradicionales como el encaje de bolillos, la cestería o la herrería. Reunirlo todo en las calles de la localidad valdesana fue posible gracias al colectivo "Almuña, ahora y siempre", que preside Juan Ramón Menéndez. "El objetivo es organizar actos culturales para motivar a la gente a salir de casa, reunirse y tener vida social unos con otros, como pasaba antes con el esfoyón. Cada vez los vecinos son más mayores, y pasa el año y apenas nos vemos", explica. Además, de esta manera se recuerdan unas costumbres "que son los valores de nuestros antepasados, abuelos y bisabuelos; si llegamos hasta aquí es gracias a ellos", apunta Menéndez, partidario de "mantener las raíces".

Los organizadores de la cita valdesana reconocen la inspiración que para ellos tuvo la localidad de Navelgas, en Tineo, donde desde hace décadas impulsan una propuesta similar. "Vimos que aquí, como allí, teníamos un barrio muy concentrado, con arquitectura popular, y que tenía posibilidades; estamos muy contentos con el resultado", asegura el presidente de "Almuña, ahora y siempre". Ese afán por conservar los valores del pasado llevó este colectivo a distinguir con el galardón de la "Riestre de Oro" al grupo de pandereteras de Gedrez, de Cangas del Narcea, por "cuidar y mimar la canción asturiana, y conservar el folclore del suroccidente asturiano".

Uno de los reclamos de la noche fueron los frixuelos que, sin descanso, preparó Raquel Menéndez, una de las voluntarias que colaboró en la propuesta. "Yo los hago a bulto, procurando que la pasta no esté ni muy gorda ni muy fina, y que a la hora de comerlo no esté correoso. Cada pasta es un mundo", apunta esta vecina de Busto, aunque con raíces en Almuña. "Esta idea es extraordinaria; mucha gente joven de hoy no tiene ni idea de lo que se hacía en el pasado, y no hace tantos años. A mí me tocó vivirlo con mis abuelos", apunta Menéndez. "Es una iniciativa guapísima", añade la valdesana.

El pan, alimento básico donde los haya, también fue protagonista. Juan Muñiz, de Tineo, mostró los métodos que se seguían antes de la llegada de las máquinas y los ordenadores al proceso de elaboración y cocción de las hogazas. "Antes había que amasar a mano, hacer el bollo, calentar bien el horno, limpiarlo y meter el pan. Se tiene que controlar muy bien, y saber cuál es el punto exacto", dice Muñiz, cuyo producto fue muy aclamado por aquellos que lo degustaron junto a picadillo, tocino o embutidos de la tierra.

La participación de los usuarios del Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Canero y la celebración de una pequeña verbena para cerrar la noche completaron lo que fue una noche como las de antes en el corazón del barrio de San Lorenzo.

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