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JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ BUENO | Nuevo presidente del Consejo Rector del Festival Vaqueiro

"Quiero que el pueblo vaqueiro se sienta protagonista de La Vaqueirada"

"Mi primer objetivo es abrir la asociación al gran público y contar con nuevos apoyos, pero habrá cambios: soy un perfeccionista compulsivo"

José Luis Rodríguez Bueno, ayer, en Luarca. A. M. SERRANO

El nuevo presidente del Gran Consejo Rector del Festival Vaqueiro y de la Vaqueirada, José Luis Rodríguez Bueno (Canero, 1967), es hijo, nieto y bisnieto de vaqueiros. Toma el testigo de Jesús Landeira y está llamado a liderar un cambio en la asociación que organiza, cada verano desde hace 60, la boda vaqueira de Aristébano. Rodríguez Bueno es licenciado en Filología y diplomado en Magisterio. Está al frente de un negocio de turismo rural y trabaja también como profesor de autoescuela.

- Cambio de presidente. ¿Por qué ahora?

-Bien pudiera decirse que Jesús Landeira había tomado el testigo de Carminina por imperativo legal, habiendo anunciado al Consejo Rector desde el primer momento su interinidad y transitoriedad. Creo que ha comprobado en estos meses la solidez de esta entidad, la savia nueva y la pujanza con que las generaciones jóvenes encarrilan un nuevo tiempo para La Vaqueirada.

- ¿Qué aportará a La Vaqueirada?

-Por encima de todo aporto olor y sabor a vaqueiro. Soy el primer presidente descendiente de vaqueiros en la longeva historia de La Vaqueirada. Por vía materna mis raíces se hunden en Argumoso (Valdés) y mis antepasados proceden de Aristébano y Buseco, brañas valdesanas.

- ¿Qué cambios tiene en mente?

-Es prematuro hablar de cambios en La Vaqueirada. Desde que faltó Carminina ha habido muchos, y en su mayoría fueron propiciados por mí. Desde luego, habrá más. Mi primer objetivo es abrir la asociación a la sociedad. Siempre hay que cambiar. Si te duermes en el presente no alcanzarás el futuro. Yo quiero que el pueblo vaqueiro se sienta protagonista de La Vaqueirada. Son sus tradiciones y su cultura las que se dan cita cada año en Aristébano el último domingo de julio. Me gustaría volver a ver cientos de meriendas en la colina de Aristébano, me emocionarían las coplas y los bailes espontáneos de los moradores de las brañas. Es hora de cambiar la mentalidad de aquellos vaqueiros que no se sienten representados por La Vaqueirada. Esa es mi obsesión y mi misión, y no me rendiré hasta conseguirlo.

- ¿Tendrá en cuenta la opinión de su predecesor e involucrará, como proponía Jesús Landeira, a otros colectivos vaqueiros en el festival?

-Sin duda. Jesús Landeira es un activo para la asociación. Él sabe que se ha ido por la puerta grande y que esta será siempre su casa. En cuanto a otros colectivos vaqueiros, no me cabe la menor duda de que los lazos de amistad personal y la mutua cooperación configurarán el estandarte del nuevo mundo vaqueiro que llama a la puerta. Tanto el Consejo de Cultura Vaqueira como la Fiesta de la Trashumancia y otras manifestaciones lúdicas y culturales, asturianas y leonesas, hemos de arrimar el hombro por objetivos comunes. Hablo, por ejemplo, de la candidatura a "Pueblo ejemplar" de la comunidad vaqueira; hablo de propiciar que la cultura vaqueira sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

- ¿Necesitan la boda vaqueira y el festival más apoyos?

-El apoyo humano y el apoyo económico son fundamentales. Ahora mismo gozamos de una salud económica extraordinaria, la mejor de la historia de La Vaqueirada. Sin embargo, nuestra ambición de crecer nos exige no decaer en el empeño. La colaboración de los ayuntamientos de Valdés y Tineo es decisiva. Nos gustaría que otros ayuntamientos vaqueiros se sumaran. No quiero olvidar el magnífico mecenazgo de Caja Rural de Asturias, de Liberbank y de Central Lechera Asturiana, así como Agrovaldés, Campoastur, Avatur y del comercio y la hostelería, fundamentalmente de Valdés y Tineo. Contaremos con nuevos apoyo.

- Recientemente anunciaron una campaña de captación de socios. ¿Por qué ahora?

-Es un pretexto hermoso para que antiguos vaqueiros de honor, muchos vaqueiros de alma y otras personas amantes de la cultura vaqueira se acerquen a La Vaqueirada. La operación matemática más emocionante es sumar cada día.

- ¿Cómo valora la evolución de La Vaqueirada después de seis décadas?

-No me equivoco si afirmo que Ramón Muñoz, José María Velasco y Modesto González Cobas fueron los visionarios. A partir de ahí, La Vaqueirada fue Carminina. Ella fue artífice de la perenne continuidad y el sostén de La Vaqueirada. En mi opinión, absolutamente personal, sin ella La Vaqueirada no hubiera llegado a nuestros días como hoy la conocemos. Por lo demás, el nuevo Consejo Rector que presido representamos la herencia, la flor de esa primavera que dura sesenta años y que nosotros debemos mimar y, si es posible, hacerla aún más hermosa.

- ¿Habrá este año alguna novedad?

-Soy un perfeccionista compulsivo. Desde que falleció "Carminina" siempre he introducido cambios. Ahora, desde la presidencia, no va a ser menos. En los próximos días presentaré al Consejo Rector nuevos proyectos: Becas escolares, la "guiada de honor", el color azul? No anticipemos el futuro.

- ¿Pide más implicación de los vecinos en la protección de las tradiciones?

-Lo que les pido es sumarse cada día al festín cotidiano de la tradición vaqueira: su folclore, su cultura, su lengua y sus costumbres. Los vaqueiros no tenemos que avergonzarnos de nuestro pasado. Más aún, nuestros antepasados han de catalogarse como héroes legendarios. Ellos supieron sufrir y superar el aislamiento, la discriminación y el desprecio social y, aun así, criar a sus descendientes, que hoy pueblan universidades, catedrales, parlamentos, tribunales y ejércitos.

- ¿Y qué reclama de las administraciones?

-Deben velar por el territorio de nuestras brañas, por la salud de nuestros abuelos, por la educación de nuestros hijos, por la viabilidad de nuestros caminos, por la forma de vida rural y por la utopía de nuestros sueños.

- Resuma qué es ser vaqueiro y qué busca la boda vaqueira.

-Ser vaqueiro en el siglo XXI es sentirse indisoluble con sus antepasados. Es tener un arraigo sincero por la braña, aunque uno viva en una gran urbe. Es emocionarse al escuchar las coplas de careo e imaginarse a la abuela bailando unas dancitas. Es oler a "cucho", pisar la "chamuerga", tomar "cheite" de vaca roxa y "escuitar" el cuco en primavera.

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