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2019, año de los carteros de Allande

"De aquélla había muchas cartas, y no de bancos", dicen los encargados de la correspondencia en el concejo, estrellas del calendario municipal

Algunos de los carteros que ha tenido Allande, en una de las imágenes recogidas en el calendario.

El Ayuntamiento de Allande está a punto de enviar a sus vecinos su tradicional calendario, con el que busca rendir homenaje a algunos allandeses recordando sus profesiones. Para 2019, el trabajo de cartero rural será el que se plasme, acompañando cada mes del año con fotos e historias de carteros del concejo ya jubilados y algunos fallecidos que se encargó de recopilar la asociación de mujeres "Río Nisón". A través de las páginas del calendario se podrá recorrer la evolución de la profesión gracias a sus protagonistas: desde el reparto de la correspondencia a caballo hasta los últimos tiempos, en los que un cartero debía hacerse cargo de hasta 32 pueblos.

Francisco Rodríguez, más conocido como "Paco Viñas", comenzó a trabajar en 1957 como cartero y lo hacía con un caballo por el que recibía 80 pesetas para alimentarle. "Tenía 52 kilómetros de recorrido y repartía las cartas en días alternos porque el caballo no aguantaba", comenta. Trabajó hasta 1995 y atesora multitud de anécdotas, especialmente relacionadas con la nieve. "Tuve que dejar mi Land Rover 15 días en Penouta, porque no podía pasar por la nieve, y regresar a casa caminando", explica. Durante esos días recuerda que acumulaba el correo de la zona alta, la parroquia de Santa Coloma, porque no podía llegar. "Había muchas cartas, y no de bancos, sino correspondencia que llegaba de afuera de la familia emigrada", rememora.

A la nieve también se tuvo que enfrentar José Cadierno, jubilado desde 2006. Durante buena parte de su vida laboral se encargó del reparto de cartas en la zona de Berducedo, teniendo que sortear el puerto del Palo para llegar. "A mí me gusta la nieve, pero se pasa mal, tengo salido a repartir con 40 centímetros", apunta.

José Argüelles, jubilado hace seis años después de estar 25 como cartero, recuerda que comenzó con tres pueblos y pronto pasó a llevar las cartas a las parroquias de Celón y Villaverde, donde estuvo unos 15 años. Recuerda que cuando se fue de la zona "las vecinas me regalaron una empanada y una botella de vino, me tenían cariño". El cambio fue sustancial seis años antes de su jubilación, ya que pasó a llevar 32 pueblos y parte de la villa de Pola de Allande, lo que sumaba 136 kilómetros.

Juan José Menéndez se retiró hace solo un año. Llegó a la profesión por herencia familiar. Después de que su padre se jubilara, la cartería pasó a su hermana, quien a los siete años lo dejó y le animó a continuar. "Era el último de la familia y trabajaba como pintor, pero me animaron a coger la plaza y entré", asegura. Tiene un buen recuerdo de la profesión, pero reconoce que los últimos años fueron complicados: "Me quitaron una hora de servicio y me aumentaron el doble el recorrido".

Ellos y sus historias son algunos de los protagonistas del calendario allandés.

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