La emigración a ultramar forma parte del ADN del santirseño Héctor Acebo, y quizá por eso siempre barajó como opción viajar al otro lado del Atlántico en busca de un trabajo. Terminado su doctorado en Periodismo, y tras intentar con poco éxito encontrar un empleo mínimamente estable en España, probó suerte en América Latina. Recibió varias ofertas y finalmente aceptó la de la Universidad Privada del Valle (Univalle), de Bolivia. Va a cumplir su primer año como docente en Cochabamba y se han cumplido con creces sus expectativas: "Profesionalmente, nunca me había sentido tan valorado como en Bolivia".
Y es que, reconoce, la búsqueda de "respeto y reconocimiento" motivó en buena parte su decisión de emigrar. Sus bisabuelos Tomás y Casimiro fueron, a principios del siglo XX, los primeros de su familia en poner rumbo a América, concretamente a Argentina. Le siguieron otros muchos, y el buen conocimiento de sus historias y trayectorias permitió a Acebo, de 31 años, partir "con menos miedo".
La acogida no pudo ser mejor, y destaca especialmente la "calidez en el trato" que cada día recibe de los bolivianos. "Cuando vives tan lejos de tu tierra, te das cuenta: la dignidad de una persona se fundamenta especialmente en el respeto al emigrante y en el deseo de integrarlo", precisa Acebo, al tiempo que añade que las personas con las que convive han logrado "que no me sienta extraño en otro continente". En este sentido, considera que los europeos deberían "ver al extranjero como una oportunidad, no como un bache, y tratarlo con generosidad, no con desconfianza".
Univalle fue la universidad que le planteó una mejor oferta, y por eso aceptó, convirtiéndose en coordinador de investigación del Área de Sociales, además de impartir diferentes materias en las carreras de "Comunicación y Medios Digitales" y "Comunicación y Periodismo". Aunque estudió Periodismo, el santirseño siempre tuvo claro que la docencia era su vocación: "Univalle ha confiado mucho en mí y me ha permitido unir mis pasiones: la comunicación, la creación artística y la docencia".
Diez horas de viaje unen Cochabamba, la tercera ciudad más importante de Bolivia, y la capital santirseña, donde residen sus padres; sin embargo, Acebo está encantado con su vida al otro lado del charco. Aunque a largo plazo sí que le gustaría regresar a casa, ahora está a gusto: "Si todo marcha bien, yo estoy dispuesto a seguir un tiempo. No me fui de forma circunstancial, sino convencido de que era algo que necesitaba y de que esta experiencia me ayudará a madurar y a ver realidades distintas".
La que se ha encontrado en Bolivia le gusta, especialmente por la diversidad paisajística y cultural. Le duelen los muchos prejuicios que hay en España hacia Latinoamérica y asegura que al contrario no los percibe: "Se valora y aprecia la cultura española y europea; hasta les gusta nuestro acento". A otros jóvenes que como él no encuentran su oportunidad en España les recomienda que crean en sí mismos y no tengan miedo.
