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El cangués que heredó de su padre y su abuelo su pasión por hacer vino

Javier Álvarez sigue los pasos de su abuelo y su padre con un caldo casero que ganó en la Fiesta de Santiso: "El premio me presta por ellos"

Javier Álvarez muestra un cachu y una botella de vino en su bodega, en Biescas. D. Á.

Hacer vino en casa es una tradición muy arraigada en el concejo de Cangas del Narcea. No solo los propietarios de viñedos llevan a cabo esta práctica, son muchas las casas que tienen su propia bodega donde elaboran caldos con uva comprada bien a productores locales o a mayoristas que la traen de fuera de la región.

Lo importante para estos elaboradores caseros es poder ofrecer a sus invitados un vino de producción propia y hecho en casa, ya que lo que obtienen es para consumo propio y no para su venta. La prueba de los vinos y comparar el resultado entre vecinos y familiares también es algo muy vinculado a la cultura del bodeguero doméstico y que se representa muy bien en la fiesta de Santiso que se celebró en el barrio cangués homónimo el pasado domingo. Además de honrar a su patrón, el festejo es la excusa para probar los nuevos vinos de los bodegueros del barrio y desde hace tres años también de los del resto del concejo con la convocatoria del concurso de vinos tradicionales cangueses.

Una veintena de vinateros presentaron sus elaboraciones a la cata y el elegido como el mejor fue el realizado por Javier Álvarez, de casa Combarro de Biescas. Con 34 años ha apostado por continuar con la tradición familiar de hacer vino en casa, una vez que tanto su abuelo como su padre fallecieron. Asegura que fue de ellos de quien aprendió y que por ellos continúa año a año haciendo vino en la pequeña bodega que tiene en el pueblo. "El premio me prestó por ellos, desde pequeño les ayudé a hacerlo y siempre decían que en una casa de pueblo el vino no podía faltar", recuerda.

Hasta hace 25 años, en su casa había un par de viñedos que daban hasta 4.000 kilos de uva, pero lo laborioso y exigente del trabajo hizo que esos viñedos se perdiesen, aunque la familia no dejó nunca de elaborar su propio vino. En los últimos años, Javier Álvarez hacía su vino con las uvas de la viña que su tío Antonio Pérez conserva en el pueblo de Curriellos, pero las malas cosechas de las dos últimas campañas le obligaron a comprar la materia prima llegada de afuera.

El secreto del vino de la bodega de casa Combarro de Biescas está en seguir el proceso tradicional de elaboración. Javier Álvarez confiesa que su truco no es otro que aplicar lo aprendido de sus mayores. "Me guío por la lunas como hacían mi abuelo y mi padre y utilizo la tina de madera de roble que usaban ellos para cocerlo", explica Álvarez, que cree que en esa tina, cuyo mantenimiento es más costoso que el de los modernos depósitos de fibra, se encuentra parte del éxito del buen sabor de su vino. La otra parte se la otorga a las condiciones y la situación de la pequeña bodega y a que la calidad de la uva sea buena.

Volver a tener viñedo en Biescas es algo que Javier Álvarez no se plantea a corto plazo por la orografía del terreno y lo exigente que sería trabajarlo. Pero lo que sí tiene claro es que quiere continuar con la tradición de tener vino de casa. "El día que se hace es una fiesta, juntamos a familiares que vienen a ayudar y se disfruta", asegura.

Además su elaboración no para de darle satisfacciones. Primero los halagos de familiares y conocidos, que fueron quienes le animaron a presentarse al concurso y luego el propio premio, que no es el primero. Ya obtuvo un segundo puesto en la cata de vinos organizada por el restaurante cangués Suiss en abril de 2018 y ahora el primero del concurso de Santiso. "Presta mucho que se te reconozca el trabajo, aunque me sorprendió mucho ver que estaba entre los finalistas y mucho más ganar", reconoce.

A pesar de haber resultado ganador, Javier Álvarez cree que el vino aún no está en su mejor momento, sino que es en marzo cuando podrá saborearse su mejor versión, después de que el invierno y el frío pasen por él y hagan que el producto se asiente. Su producción, de unos 400 litros, suele ser protagonista de las comidas y fiestas familiares.

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