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Corias, en busca de un vino único

El tinetense Benjamín Alba, en su apuesta por lo autóctono, proyecta madurar sus blancos en barricas de roble asturiano y aumentar su viña

Alba.

Su pasión por el vino y por la tierra del Suroccidente ha hecho embarcarse al empresario tinetense Benjamín Alba en el proyecto de elaborar unos vinos únicos dentro de la Denominación de Origen Protegida Cangas. En Corias, el pueblo natal de su mujer, Marta Rodríguez (fallecida en junio de 2017), el matrimonio decidió en el año 2000 comprar una finca al lado del río Narcea conocida como La Huerta Nueva. Inicialmente, la compra estaba pensada para construir viviendas, pero, finalmente, la querencia de ambos por la tradición vinícola se impuso y les llevó a transformarla en un viñedo de albarín blanco con 2.500 cepas.

La plantación está en producción y de ella se obtienen, dependiendo del año, alrededor de unas 1.500 botellas de vino blanco que es madurado en barricas de roble francés. Una pequeña producción que se puede degustar en el hotel Palacio de Merás de Tineo, de Benjamín Alba.

"Tuve la suerte de conocer a Juan Manuel Redondo, fue quien creó el proyecto de la viña, y a raíz de este trabajo iniciamos una amistad y nos empezamos a plantear hacer un vino de calidad, un vino especial, y probamos a hacerlo en barricas de madera de roble francés, lo que nos dio muy buen resultado", explica Benjamín Alba.

El objetivo del empresario es conseguir una producción de unas 6.000 botellas de vino y, para ello, está iniciando la ampliación de la viña en la misma finca, en la que se duplicará el número de cepas, también de albarín blanco.

Pero el proyecto no acaba aquí, sino que, en su afán por promocionar lo autóctono, Benjamín Alba probará a madurar sus vinos en barricas de roble asturiano que ya ha mandado fabricar. "El roble asturiano lo usan en los vinos de Jerez y luego se envían a Escocia, donde se envejecen los grandes güisquis; dicen que es el mejor roble del mundo", subraya.

Además, este año tendrá su primera cosecha de vino tinto, envejecido en barricas de castaño asturiano. "Quería hacer un vino tinto que fuera especial, de una viña única, y esa es La Zorrina que me regaló mi amigo Enrique Avello", cuenta. Es un viñedo de 1.000 cepas de variedades autóctonas de uva tinta, con una antigüedad de 130 años y que está situado sobre un suelo de pizarra. "Estaba prácticamente abandonado y lo recuperamos con la idea de hacer unos vinos excelentes en recuerdo de Marta y Juan, que no lo han podido ver".

"Es un proyecto sentimental que refleja el amor que mi mujer me inculcó hacia Cangas y sus vinos, pero no me voy a dedicar al vino, solo quiero participar de la recuperación de esta tradición y demostrar la riqueza que tenemos en la zona y los vinos únicos que podemos hacer", concluye.

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