La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

BERNADETTE PARINGAUX | Lingüista francesa, premio "Amuravela de Oro" de Cudillero

"Siempre es bueno proteger las lenguas minoritarias; en eso, España es ejemplo"

"Cudillero es ahora diferente a cuando estuve hace 52 años; siento nostalgia por la villa de antes, pero entiendo que el mundo cambia"

Bernadette Paringaux. REPRODUCCIÓN A. M. S.

La filóloga e hispanista francesa Bernadette Paringaux (París, 1944) acaba de recibir la 40.º "Amuravela de Oro", un premio que entrega la asociación "Amigos de Cudillero". Desde Francia, Bernadette Paringaux, quien conoció Asturias con 22 años e hizo su tesis doctoral sobre el pixueto o pixuatu -el dialecto que se hablaba en la villa de Cudillero-, atiende por teléfono a LA NUEVA ESPAÑA. "No sé si me merecía este premio. Estoy muy emocionada", dice.

- ¿Cómo recibe esta distinción de Cudillero?

-No sé si me la merezco. Cuando me interesé por el pixueto era muy joven, acababa de terminar la carrera y tuve la posibilidad de estudiar este "bable" de Cudillero porque vivía en Asturias. Hice un trabajo interesante, pero también modesto. Hubo una persona que fue para mí muy importante: Elvira Bravo. Sin ella no hubiera podido hacer la tesis. Yo iba a verla cada fin de semana. Recuerdo que fue durante el curso 1965-1966. Vivía en el Colegio Mayor de las Dominicas de Oviedo y cada fin de semana, en tren o en Alsa, viajaba a Cudillero gracias también a mis amigos de la familia Marqués. En esta aventura también fue muy importante para mí la profesora de Semiótica Carmen Bobes.

- En julio volverá a Cudillero.

-¡Después de 52 años! Es cierto que desde entonces hice dos viajes a la capital: en los años ochenta y hace cuatro años. Fueron visitas cortas. En ellas descubrí que Cudillero es ahora diferente. Siento nostalgia por la villa de antes, la que tenía el puerto en el centro del pueblo, pero entiendo que el mundo cambia. Estoy encantada y emocionado por volver. Eso sí, ya no son tan joven... El premio me hizo acordarme de las romerías asturianas. Para los franceses estas celebraciones son fabulosas porque en nuestro país han desaparecido. Me acuerdo de las romerías de Salamir, de Villaviciosa o de Llanes; de las piraguas de Arriondas. Yo tenía un coche de dos caballos y, en aquella época, no era muy frecuente que una chica condujera en España. ¡Llevaba a mis amigas a las fiestas y lo pasábamos tan bien! Además, me llamaba la atención que en esos ambientes no había clases sociales. Todos volvían a la fiesta de su pueblo y, al margen de sus posibilidades económicas o trabajos, se relacionaban por igual. No había diferencias. En Francia esto no sucede.

- ¿Qué le aportó el estudio del pixueto?

-Me llamó mucho la atención la forma de hablar de la gente de Cudillero. Estas lenguas deben protegerse. Sé que es difícil hacerlo. Donde yo vivo se habló el occitano. Ahora hay poca gente que se comunica en este idioma. En Francia, la lucha por conservar las lenguas minoritarias es muy difícil porque tenemos un estado muy centralista. A los políticos no les gusta que se hable en otras lenguas y Francia, como se conoce, no firmó la defensa de las lenguas de las minorías. En ese sentido, este país es diferente a España. Aquí se hace todo lo que posible para que desaparezcan.

- ¿Es mejor la propuesta española?

-Siempre es bueno proteger las lenguas porque el idioma es parte de la cultura de un pueblo. Por ejemplo, el occitano es importante porque fue el idioma de los trovadores, quienes tuvieron mucha influencia en la lírica de la Edad Media. Y si desaparece un forma de hablar, desaparece una parte de la cultura. Yo soy editora y edito los poemas de los trovadores y aquí, aunque la gente no hable ese idioma, le gusta tener estos libros, leerlos. Es una colección que tiene éxito. En España tienen el catalán, el vasco y el gallego y son todos oficiales. En este sentido, España es un ejemplo para los lingüistas.

- ¿Cómo se observa el conflicto catalán desde Francia?

-Depende de los días y de la gente. Yo no me meto en ello. Solo estoy con la defensa de las lenguas minoritarias y de la cultura que expresan esas lenguas.

- Está cerca del día de la mujer trabajadora. ¿Dejó la enseñanza por algo relacionado con la conciliación familiar?

-No. Simplemente me cansé de la enseñanza. Cambiaron los programas educativos y no se estudiaba tanta literatura. Cuando empecé a dar clases de español la literatura era muy importante. Yo empezaba mis clases con un poema de Machado. No me gustaba lo que estaba pasando y decidí alejarme.

- ¿Necesita la mujer más ayuda?

-Para muchas mujeres es difícil ser madres y trabajar porque no tienen facilidades económicas, En Francia hay muchas madres que viven solas con sus hijos... Yo pude compaginar la vida familiar, la maternidad y el trabajo, pero en ciertas circunstancias, claro. Eso sí, en Francia tenemos la gran suerte de disponer de una amplia red de guarderías, algo que no ocurre, por ejemplo, en Alemania.

- Es usted editora. ¿Qué opina del sector?

-Hay demasiados libros. Quiero decir que hay una superproducción de libros precisamente porque no todos son buenos. Observo, además, que se habla de una obra en la radio o en la televisión y si la leemos nos defrauda. La gente lee menos que antes y esto incita a las editoriales a publicar más y más libros. Nosotros, desde nuestra pequeña editorial, podemos publicar obras muy buenas, pero no tenemos acceso a la radio, la televisión para las reseñas... Y en un caso así, corres el riesgo de que los libros se queden en los almacenes. No se venden igual si no hay comentarios en los medios de comunicación.

- ¿Qué puede hacer el lector?

-Buscar en las librerías. Empezar a leer el libro y ver si gusta o no.

- ¿Es posible vivir de editar libros?

-Aquí es imposible salvo que tengas una posición económica. Mi marido y yo somos jubilados de la enseñanza y la editorial que tenemos es un proyecto muy muy personal. Queríamos hacer algo que nos gustara antes de morir.

Compartir el artículo

stats