La escritora Ana Alcolea se desplazó ayer al Instituto de Luarca para participar en una actividad organizada por el Foro Comunicación y Escuela de Vegadeo. Alcolea aprovechó la ocasión para contar cómo surgieron sus primeras novelas. Escribió "El medallón perdido" en un momento de crisis personal y de pena, cuando conoció la muerte de un primo con el que había compartido infancia.
"Escribir me ayudó mucho porque las palabras son curativas", dijo al entregado público que no paró de hacer preguntas a la ponente al término de su intervención. Uno de los alumnos se interesó por sus primeros relatos y Ana Alcolea desveló un secreto: "De joven escribía poemas de amor malísimos". También recordó momentos más cercanos, como cuando hizo su primera novela viajando en tren desde Madrid a Zaragoza "en esos momentos en que me lo permitía el trabajo (entonces era profesora) y sin ordenador... ¡a mano!".
La escritora dijo que sus obras siempre tienen "algo de mis vivencias". "No sé escribir si no parto de algo que me ha ocurrido a mí o que me conmueve", destacó, y aseguró que si no sintiera esa pasión "probablemente mis obras se me caerían hasta a mí de la manos". Alcolea también tuvo tiempo para animar a los alumnos a leer: "Es la base de lo que yo hago y, en general, de todo, porque nos ayuda a pensar".
La ponente no se marchó del salón de actos sin reconocer el mérito de los organizadores del Foro, es decir, del departamento de Lengua Castellana del Instituto de Vegadeo y de su mentor, Luis Felipe Fernández. "Esto no pasa en ningún otro sitio de España", dijo. En la mesa donde pronunció su ponencia estuvo acompañada por los estudiantes valdesanos María Alonso, Mario Fernández y Lucía Pérez, quienes hablaron de la trayectoria de Alcolea y de sus últimas obras. El próximo trabajo de la escritora verá la luz en otoño. Su título: "El secreto del colibrí dorado".
