La sala de exposiciones As Quintas, de La Caridad, cumple su primera década de andadura convertida en una referencia en el panorama artístico asturiano y también nacional. "El mérito lo tiene el grupo, que hace bien las cosas y con rigor, y eso es lo que le da valor a la sala", sentencia el escultor Herminio Álvarez, alma mater del proyecto e integrante de la asociación Amigos de As Quintas que gestiona este espacio de titularidad municipal de manera intachable.
La sala, de 122 metros cuadrados divididos en dos estancias, abrió sus puertas el 11 de julio de 2009 con una muestra fotográfica del asturiano Marcos Morilla. Desde entonces se han sucedido 47 exposiciones por las que han pasado 11.062 visitantes, 6.825 foráneos y los restantes de El Franco. Son datos del secretario del colectivo, Ángel Pérez, al que sus compañeros alaban por su impecable labor.
Artistas de reconocido prestigio y amplia experiencia han pasado por As Quintas, y algunas visitas constituyeron todo un hito, como la del franco-venezolano Carlos Cruz-Diez. A los artistas individuales hay que sumar la colaboración bienal con el Museo de Bellas Artes de Asturias, lo que da prestigio a la sala. "Que se pudiera ver aquí obra de Cruz-Diez fue un milagro, pero hay que pensar que no se puede ir a más", apunta Herminio.
Para el franquino Eduardo Alonso, el verdadero valor del colectivo es que demuestra que se pueden hacer grandes cosas con poco capital. "Los recursos económicos no son imprescindibles para hacer un buen trabajo. Es precisamente eso lo que hace singular y casi único este modelo", añade Alonso, quien destaca el prestigio nacional de la sala. "La gente que viene a exponer está encantada y es el resultado de un trabajo bien hecho. Se sorprenden de que en un sitio tan pequeño se pueda hacer algo de tanta calidad, encima gestionado con pocos medios y trabajo voluntario. Con dinero es fácil hacer las cosas", apunta. En este sentido agradecen el respaldo de Caja Rural, la única entidad privada que les apoya desde el inicio.
Los integrantes de la asociación se ocupan de todo, desde el traslado de las piezas y el montaje de la sala a la realización de las guardias durante el periodo de apertura de cada muestra. Además, se dan facilidades a los artistas para hacer intervenciones concretas en la sala: desde pintar de otro color alguna de las paredes a la colocación de paneles o estructuras. Herminio apunta que la sala no solo es guapa, sino que se mantiene en perfectas condiciones pese a sus diez años de andadura. "Pocas salas hay con este cuidado en las paredes", explica. Y es que tras cada muestra se retoca y acondiciona para dejarla en perfecto estado de revista.
La calidad de la iluminación, que en su día contó con el asesoramiento del responsable de mantenimiento del Bellas Artes, y la disposición de dos espacios diferenciados son dos de las cualidades por las que destaca el espacio, a juicio de Herminio.
El colectivo cuenta con 19 socios (ha habido siete bajas y otras tantas altas, así que mantiene la misma cifra que en su fundación en noviembre de 2009) y desde 2017 trabaja en la captación de socios colaboradores que pueden aportar una cuota simbólica para contribuir a este proyecto. De momento cuentan con veinticuatro colaboradores, aunque, añaden, están abiertos a la incorporación de más gente. "El reto ahora es lograr incorporar e implicar a más gente, para hacer el trabajo más liviano", indica Herminio.
"Me resulta impactante que se cumplan diez años, llegué por casualidad y nunca me lo había planteado", señala la docente Aurora Bermúdez sobre la trayectoria de la sala. Asegura que participar en este proyecto le ha dado "la oportunidad de conocer a personas y facetas del arte que de otra manera no conocería; creo que me aporta más a mí de lo que yo a ella".
