Los 44 alumnos del colegio rural agrupado (CRA) Río Cibea se convirtieron ayer en vendimiadores y bodegueros por un día. La escuela de Limés fue el punto de encuentro para todo el alumnado que se desplazó desde los centros de Carballo y Llamera. Allí se dividieron en grupos para poder participar en todas las actividades previstas, aunque la más esperada por todos era la vendimia que se desarrolló en un viñedo próximo al colegio.

En pequeños grupos, todos los estudiantes fueron cogiendo tijeras y acercándose a las viñas para cosechar los racimos de uva que en cestas transportaban a una zona donde realizaron el pisado con los pies descalzos. Para muchos de los participantes la vendimia no les era ajena, ya que en sus casas también se mantiene la tradición de hacer vino e incluso de tener viñedos. "Suelo ir con mi abuelo a hacer la vendimia, cojo las tijeras para ir cortando uvas y también quito hojas", explicaba Elia Martínez. También se desenvolvía con soltura entre los viñedos Alfredo Martínez, quien suele ayudar en casa con la viña y asegura que es algo que le gusta.

El objetivo del colegio al celebrar esta actividad es precisamente "despertar su inquietud por sus tradiciones, para que las vivan, las experimenten y se enriquezcan con ellas", apunta la profesora Sandra Flórez. En el CRA Río Cibea la vendimia sustituye desde el año pasado la celebración del magosto, más generalizado en los colegios, para conectar la actividad escolar con las tradiciones de su concejo. "Empezamos el año pasado con la fiesta de la vendimia y les encantó coger la uva y pisarla, así que decidimos seguir en la misma línea y ampliarla", señala Flórez.

En esta edición, además de la vendimia, los escolares participaron en una actividad de diseño de etiquetas, que con la colaboración de la bodega canguesa Monasterio de Corias estarán expuestas durante la Fiesta de la Vendimia de Cangas. Por otro lado, también realizaron un taller de química en el que, guiados por la divulgadora científica Ana Fernández Cueto, "Científica Quimi", realizaron mosto y aprendieron a darle una segunda vida a los desperdicios de la uva creando un exfoliante.

La jornada terminó con una fiesta final de vendimia a la que asistieron las familias. Hubo comida, música tradicional al son de los pandeiros tocados por algunas de las alumnas y bailes.