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Un colegio que alza la voz en Navia

Alumnos, familias y profesorado del Santo Domingo forman un coro para aprender música y cultivar la afición: "No solo se canta"

Un colegio que alza la voz en Navia

Hay un día a la semana en el colegio Santo Domingo de Navia en el que se escucha música. Procede de uno de los salones de actos. No es estridente ni tiene como origen aparatos electrónicos. Es el coro de colegio, un grupo de madres, padres y alumnos que ensaya en horario de patio.

Detrás de este proyecto educativo musical está el profesor Nacho de Vicente. La "aventura" empezó como una actividad extraescolar hace ocho años. El colegio decidió que debía participar en el concurso de villancicos que organiza el Ayuntamiento de Navia. De aquella oportunidad, surgió primero el coro de la Asociación de Madres y Padres y el coro de alumnos. Más tarde, se fusionaron y hoy la agrupación implica a 50 miembros de la comunidad educativa de entre cinco y 50 años.

Mateo García es uno de los benjamines. ¿Por qué le gusta el coro? "Me encanta cantar", dice a sus seis años. En esta aventura le acompaña, además, su madre. Paula Castro explica que ensayar con el coro del colegio de su hijo pequeño es una de sus pasiones. Cansada de ser "taxista de todos e ir a las carreras", esta actividad "me permite desconectar y centrarme en algo que me gusta, que realmente me apetece hacer", explica.

En este tiempo, los componente del coro han aprendido mucho de música, de compañerismo, de interpretación y de organización. La agrupación tienen una presidenta, Mar Pérez, de 14 años, que junto a otras compañeras decide con el director musical qué canciones formarán parte del repertorio y por qué. Hoy en día, conocen e interpretan piezas de Disney, tradicionales... También "Imagine" de John Leenon forma parte de su listado. "Tratamos de hacer un poco de todo e ilusionar a los más pequeños que prefieren canciones infantiles", destaca del profesor. Durante el ensayo, los alumnos muestran su respeto al director que se encarga de instrucciones. Se ayuda de gestos y de palabras. "No solo se canta; se trabajan muchos conceptos, como la escucha activa del otro", confiesa De Vicente.

Efectivamente, para "hacer coro", uno debe escucharse y también tener en cuenta qué canta y cómo lo canta la persona que está a su lado. Y si destaca un valor que fomenta este proyecto, ése es el compromiso. "Al final tienes una responsabilidad: mantener vivo el coro", indica el profesor.

Verónica Fresno tiene 14 años y dice que si algo le gusta del proyecto es la posibilidad que le brinda de cantar con otros coros y hacer viajes con sus compañeros. Una experiencia que también llena a Luján López, otra de las madres que forma parte de la agrupación. "Desconectas", apunta. Gema Freitas, también madre, asegura que cantar "cambia el chip". "Cantas y todo cambia", añade la también madre Vanesa Toledano. El colegio dedica un recreo de la semana a un ensayo que se repite por la tarde, de 19 a 20 horas, para facilitar la asistencia de los padres.

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