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Cudillero, el instituto más europeísta

Alumnos del centro viajan a Alemania, Suecia y Portugal, bajo la tutela de profesores, para "abrirse a Europa"

Por la izquierda, Olaya López, Raquel Gutiérrez, Ana Shie, Galo Augusto, Lyana Suárez, Lian Martínez, Patricia Martínez y Ana Blanco, ayer, en el Instituto de Cudillero. A. M. SERRANO

Hacer más cercanos los países de la Unión Europea, sus gentes y sus costumbres también es tarea de los docentes de Enseñanza Secundaria. El Instituto Selgas de Cudillero así lo demuestra. Un grupo de profesores trabaja denodadamente para que los alumnos "se abran a Europa", miren la realidad con ojos europeos y conozcan culturas cercanas y amigas.

Gracias al proyecto "Erasmus+" que mantiene vivo Cudillero, un grupo de alumnos viaja a otros países (en este caso concreto, a Alemania, Suecia y Portugal), conviven con una familia con adolescentes de su edad y participan en un proyecto que trata, primero, de dar a conocer el patrimonio y, más tarde, de preocuparse por él y por cuidarlo.

El grupo de profesores que está implicado en la iniciativa destaca la experiencia que supone para los alumnos. Parte de los protagonistas explican a LA NUEVA ESPAÑA su vivencia. Galo Augusto estuvo dos meses en Portugal: "La familia fue lo mejor de la experiencia", destaca. En ese tiempo se comunicó en inglés, lo que le permitió conocer más el idioma y perder el miedo a hablarlo, y conoció un patrimonio natural único: el bosque de la laurisilva.

A Ana Shie Rodríguez le tocó un intercambio corto en Alemania. Nunca había estado en el país germano y el primer día le resultó "muy especial" porque viajó por una autovía sin límite de velocidad. Anécdotas aparte, conoció de primera mano una sociedad desconocida para ella hasta entonces. "Es una actividad apasionante; merece la pena: se pasa bien, se aprenden cosas y se conoce a mucha gente de interés", opina. Patricia Fernández hizo una movilidad de corta duración en Estocolmo. Le encanta viajar, pero, por motivos familiares, no puede hacerlo tanto como quisiera, según cuenta. Recuerda con especial emoción la amistad que entabló con la alumna del intercambio. "Los suecos no son introvertidos, como se cree, y son muy hospitalarios", señala. Ella se sorprendió, además, con una asignatura que enseña a los suecos la administración del hogar. También vivió con especial interés su apoyo en el aula a la profesora de español.

Merche Hernández, coordinadora del proyecto, insiste en la calidad de estas apuestas financiadas con fondos europeos porque "no son viajes de estudios" y detrás hay mucho trabajo académico, cooperación entre países y enseñanzas de nuevos métodos de aprendizaje, entre otros. Un lujo para todos los participantes.

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