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ANA ISABEL BLANCO | Directora del Instituto de Salas, que cumple 50 años

"En un instituto rural hay una relación mucho más familiar y directa con alumnos y padres"

"El edificio de Salas es viejo y está mal hecho, necesitamos mejorar el aislamiento y las ventanas; es mucho dinero, pero necesario"

Ana Isabel Blanco Fernández, profesora de Física y Química, lleva cinco años como directora del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Arzobispo Valdés de Salas que, este curso, cumple su 50.º aniversario. Cinco décadas en las que han pasado por el centro educativo decenas de generaciones de salenses y de otros concejos de la redonda. Lo han celebrado y lo celebrarán con charlas, una fiesta de reunión de antiguos alumnos y profesores y muchas más sorpresas que irán desvelando a lo largo del curso. Un centro en la zona rural para formar ciudadanos del mundo es, básicamente, el lema del centro de Salas.

- ¿Mucho trabajo por el aniversario?

-Lo primero que hicimos fue una espicha para reunir a antiguos alumnos, directores y profesores. Luego, en tutorías, estamos preparando una cápsula del tiempo en la que el Ayuntamiento va a poner una placa el día que lo hagamos. Hemos tenido charlas con antiguos alumnos y estamos pensando organizar una ruta por Salas de tipo cultural con todos los alumnos y profesores. Vamos organizando sobre la marcha, tenemos muchas cosas pensandas. Por ejemplo, estamos buscando personas de Salas con un papel relevante en algún ámbito para que vengan al instituto y den una pequeña charla a los chavales. También estamos trabajando en la revista del centro, elaborando artículos sobre antiguos alumnos o profesores pero habrá más cosinas a lo largo del curso.

- ¿Afecta la despoblación al centro salense?

-Tenemos 156 alumnos y ha estado alrededor de ese número desde que llegué. Bajó la matrícula y oscila en esos números. Se notó mucho la despoblación, en el año 2009 había doscientos sesenta alumnos, pasaron los años y se nota. Antes en un aula había 25 alumnos y ahora hay 18 por curso pero no nos sobra espacio, antes estaban hacinados, y las aulas las vamos aprovechando.

- ¿Qué necesidades tiene el instituto?

El edificio es viejo y está mal hecho. Necesitamos mejorar el aislamiento con fachadas ventiladas porque todo el calor que genera dentro se va por la fachada y las ventanas, que también habría que cambiarlas porque se mueven los cristales con el viento. En cuanto al aislamiento de la fachada, al menos que se haga en la cara norte, que es la más fría. Sabemos que requiere de mucho dinero y que hay muchos centros en la misma situación, pero hay que atender la peligrosidad de las ventanas porque si rompe estando un crío al lado, podemos tener una desgracia. También una renovación de los equipos informáticos y que los profesores de Nuevas Tecnologías tengan más horas lectivas. Cada vez hay más ordenadores pero siguen con las mismas horas que hace diez años.

- ¿Son las nuevas tecnologías el futuro de la educación?

-Sí, son fundamentales y son el futuro pero eso no quita para que sea indispensable el trabajo personal y el esfuerzo, que también son fundamentales. Los críos se aburren de todo y tienes que variar la metodología, el sistema y organizar los grupos. Los profesores se están formando en todo lo que pueden en relación a las nuevas tecnologías, pero se requiere de una formación más continúa, seria y mucha más inversión en tecnología. Resulta que tienes ordenadores que son una carraca y los currículos no permiten ir a la misma velocidad que la realidad.

- ¿Qué diferencias hay entre un instituto de la zona rural y uno urbano?

-Son centros muchísimo más familiares y la relación entre profesores y alumnos es muchísimo más directa y entrañable, también. Permite conocer más a los chavales y entiendes que lo puedan hacer mal en el examen o en el trabajo porque entiendes mejor lo que le está pasando. Es una relación totalmente distinta a un centro de una ciudad. Aquí, tienen menos miedo a dirigirse a los profesores y hay una relación mucho más familiar con una atención directa a los alumnos y los padres que en una ciudad no la puedes tener. Además, los grupos son más pequeños, no pasan de 20 por aula y eso también es un beneficio.

- ¿Permite esa cercanía frenar el acoso escolar?

-Permite controlarlo y distingues en seguida qué es un acoso de lo que no lo es. Casos de caso real no existen porque se zanjan antes de que se transforme en algo más grande. Este centro es como una familia y hay pocas cosas que puedas ocultar, además, es un pueblo y todo se habla. Además, trabajamos el tema con muchas actividades en las tutorías para trabajar la empatía y la lucha contra el acoso escolar. Si emocionalmente estás mal no puedes estudiar. Tener enfrentamientos continuos por la convivencia te impide centrarte en estar atendiendo. Siempre hay un alumnos más disruptivo, pero se soluciona. Hay que trabajar las emociones, qué pasa, cuál es tu situación... Desde el departamento de orientación lo trabajamos porque son personas, no sólo cabezas en las que tienes que meter cosas.

- ¿Están quedando obsoletos los libros de texto en la educación actual?

-Es difícil abandonar los libros de texto. Muchos profesores están acostumbrados y es una guía que tienen que también está muy bien para los chavales. Pero sí, hay un cambio de docentes que lo usan menos. A mí, por ejemplo, en Bachillerato me gusta ir por libre, sin libro de texto. Está cambiando la educación, hay nuevas metodologías, se hacen grupos de trabajo y se busca un aprendizaje más cooperativo. Es una manera diferente de aprender, aprenden los unos de los otros, se motivan, y eso funciona con algunos grupos pero con otros no, o unos días sí y otros no, por eso es importante cambiar mucho para que no se aburran.

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