Luarca recordó ayer a uno de sus exalcaldes, Ramón Fernández Asenjo (1854-1919), en el centenario de su muerte. Este hombre "bueno, brillante y trabajador" dejó su impronta en una villa poco avanzada en aquellos años de finales del siglo XIX: fue quien encauzó el río Negro y quien inauguró la traída de agua potable y la red de alcantarillado. Gracias a su hacer, fue posible la construcción del hospital asilo, de las Escuelas Graduadas, de otros centros educativos de la zona rural del municipios y del pabellón para enfermedades infecciosas, entre otros. Son solo algunos ejemplos.

Ayer se recordó "por justicia social" a este exalcalde luarqués que "trajo grandes avances, pero es poco conocido", dijo el Alcalde, Óscar Pérez, quien invitó a los presentes a "ponerse en la piel" de un de hombre de ese año y siglo para entender su mentalidad conservadora y, también, su hacer. "Fue solidario y supo vertebrar el territorio; consiguió meter a concejo en la modernidad" señaló Pérez, para quien "la memoria histórica también es esto".

El homenaje fue seguido por numeroso público. Se celebró en la plaza de Alfonso X El Sabio en una mañana fría y de sol. Contó con la música de la banda "La Lira" y también con la intervención del actual presidente de la asociación benéfica hospital asilo de Luarca, Pablo Gutiérrez. Y es que si algo fue Ramón Fernández Asenjo es generoso con los necesitados. "Su legado continúa vivo", dijo Gutiérrez, quien glosó parte de la obra social y humana del exalcalde. "Lo dio todo por los demás", opinó.

El acto fue posible gracias a una moción presentada por Ciudadanos. Su portavoz, Teresa Suárez, quiso destacar la vida y obra "de un verdadero prócer que trajo la modernidad a Luarca". No se recuerda en la villa un reconocimiento público a Ramón Fernández Asenjo y, de hecho, ayer se echó de menos más información sobre su biografía. En el homenaje se encontraba sus bisnietos. Su bisnieta Leticia Blanco mostró su agradecimiento al Ayuntamiento y recordó la "humildad" de su bisabuelo. "Era una persona cercana que presumía poco de lo hecho", dijo. La también bisnieta Covadonga Blanco arrojó luz sobre la vida del considerado por muchas personas benefactor de Luarca: en su funeral, en una época de conflictos sociales, los sindicatos ordenaron mesura para que el sepelio se pudiera celebrar con serenidad. Contó con "el cariño" de todos hasta el final. Él quiso ver concluida la carretera del faro. No pudo ser. Los obreros, conocedores de este deseo, le abrieron camino hacia el cementerio en el paseo de su eterno adiós.