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Adiós a la tienda que retrató a Valdés

"Me voy tranquila porque lo di todo en cada momento", dice Julia Gudín, que se jubila del negocio de fotografía fundado en 1966

Julia Gudín, ayer, en su tienda de Luarca. A. M. SERRANO

Dice Julia Gudín que hay que poner toda la energía en cada momento para vivirlo al máximo y no tener después ansiedad por lo no hecho. Ella se jubila con 67 años "tranquila", después de trabajar desde los 13 años en su negocio de fotografía de Luarca, bautizado con el apellido familiar y conocido en toda la comarca noroccidental. Toda una vida.

Conoció el mundo de la imagen de la mano de su padre, Julián Gudín, profesional autodidacta y un visionario de la época. En 1966 la familia se mudó de Tablizo a Luarca, y en un piso de la avenida de Galicia de la capital de Valdés padre e hija empezaron a dedicarse en exclusiva a la fotografía. Entonces, apenas había negocios de este tipo en la comarca.

En aquellos años, Julia Gudín ayudó a revelar las fotografías y en todo lo que, a su corta edad, podía. Aprendió del oficio por la experiencia, como su padre. Como le gusta la discreción, ayer cerró su tienda del centro de Luarca tras décadas de intenso trabajo y sin hacer mucho ruido. Sin embargo, el negocio familiar fue pionero en una zona rural entonces muy mal comunicada y con pocos servicios. También Julia, por su condición de mujer, abrió puertas. Cuando empezó a salir a realizar los reportajes fotográficos tenía 18 años. Lo hacía con su coche, al frente del volante. Ella confiesa que siempre se tomó su trabajo con "naturalidad": "Era lo que tocaba, sin más", detalla. Hacía las instantáneas con una Kodak Retinette. En 1985 se jubiló su padre. El negocio estaba en pleno apogeo y la familia abrió también esa década un bajo en calle La Carril, conocida como La Esperanza. En 1992 se trasladaron al bajo comercial que hoy ya está cerrado por jubilación. Julia Gudín ha sido testigo como profesional del sector de la gran revolución de la imagen. Recuerda cuando apenas había máquinas para imprimir las instantáneas en color. También vivió de cerca la llegada de la cámaras a los hogares. Y, por último, los móviles de última generación y todas sus posibilidades en materia gráfica. Ella no se detiene para ser nostálgica. "Todo ha cambiado, como la sociedad, y esta profesión no es ajena a la evolución", opina. Sí se lleva "muy buenos recuerdos" de las bodas, bautizos y fiestas en las que participó para que muchas familias guarden un recuerdo único.

De estas décadas, Julia Gudín también se lleva el cariño de la gente y el apoyo titánico de su familia. "Hubo pocas vacaciones y muchos días de trabajar de once de la mañana a once de la noche y en festivos; al final, hasta te acostumbrabas a trabajar cuando los demás disfrutaban", destaca. En el bajo donde tantas fotografías reveló hay ahora un cartel que, sereno como la familia y con sentida humildad como cree Julia Gudín que se hacen las cosas, da las gracias, muchas, "por la confianza" demostrada.

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