Asturias se queda sin una de las personas más longevas de la comunidad, María Herminia Cabezas Menéndez, somedana que falleció en Grado a los 106 años.

Natural de La Rebollada, en Somiedo, era una persona "campechana" que tuvo una vida "de calidad". Lo dicen en su concejo natal, donde echarán de menos sus carismáticas imagen y forma de ser. En sus últimos meses no dejó de hacer ganchillo y tampoco de ofrecer su tímida sonrisa a vecinos y allegados. Herminia Cabezas disfrutó de una vida "plena", dicen quienes la conocieron. Al quedarse viuda no dejó de trabajar. Recordó el resto de su vida con especial añoranza la falta de su marido, pero siempre tuvo cerca a su amplia familia para afrontarlo: sus dos hijos, seis nietos, seis bisnietos y el resto de familia política. A Herminia Cabezas no le gustaba hablar del pasado, pero cuando lo hacía no tenía reparos. Confesó a este diario, el día que contó su historia para el gran público y celebró los 104 años, que vivir en el campo y del campo fue y es duro. Ayudó a su marido con el oficio de madreñero, fue ganadera y atendió casa e hijos sin descanso y en cierta soledad. Subir a las brañas en busca de pastos para el ganado estuvo también entre sus tareas, esas que recordaba con cierta pena porque la devolvían a "tiempos mozos", cuando la vida estaba por delante.

En sus últimos años, pasó el tiempo tejiendo, un hobby que le hacía disfrutar y sentir el placer del trabajo bien hecho y acabado. Y es que era famosa por sus prendas de ganchillo.

El Alcalde de Somiedo, Belarmino Fernández, en representación de todos los vecinos somedanos, dio el pésame a la familia. "Era una persona muy conocida y lamentamos que no cumpliera los 107 años, que los tenía muy cerca", dijo el regidor. Efectivamente, el próximo 28 de marzo añadiría un año más a su centenario. No pudo ser.

En Asturias son pocas las personas que pasan de los 100 años. Herminia Cabezas tenía un secreto: estar, si se podía, el aire libre (lejos de pantallas), disfrutar de aficiones que empezaron en la infancia y se cultivaron de adulto (empezó a tejer gracias a las enseñanzas de una maestra y con una aguja de madera), valorar lo que cada uno tiene y tener cerca el amor de la familia. Casa Patricio de Somiedo se queda sin su alma.