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Carballo celebra el fallo que obliga a recuperar los huesos de la escombrera

"Cuando la sentencia sea firme y se cumpla, finalizará el conflicto", aseguran los vecinos

Algunos de los vecinos de la parroquia de Carballo que promovieron la denuncia, ayer, en el cementerio parroquial. D. Á.

La treintena de vecinos de la parroquia de Carballo (Cangas del Narcea) que encabezó una lucha judicial para demostrar que una parte de los restos de sus antepasados fueron a parar a dos escombreras a causa de unas obras realizadas en el camposanto a finales de 2015 se muestran contentos por la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal número 1 de Oviedo, que les da la razón y condena a los constructores a pagar una multa y a recuperar los huesos.

Aunque la sentencia aún no es firme y está dentro del período de recurso, los vecinos aseguran que "estamos tranquilos porque las pruebas están a favor nuestro".

El recorrido judicial para llegar a esta sentencia ha sido largo. El caso tuvo dos sobreseimientos provisionales en el Juzgado cangués, pero los denunciantes recurrieron a la Audiencia Provincial, que estimó la petición y continuó el procedimiento, que llegó a la celebración de un juicio, el pasado enero.

"Tuvimos que luchar mucho, fuimos capaces de conseguir que, después de dos años con el caso archivado, este se reabriese", recuerda René Menéndez. Pero la alegría es contenida en la parroquia porque saben que la sentencia aún no es firme y, por otra parte, para ellos el fin de la lucha llegará cuando se recuperen todos los huesos de las escombreras y vuelvan a recibir sepultura.

"Cuando la sentencia sea firme y se cumpla, daremos por finalizado el conflicto, pero vigilaremos cómo se haga la recogida de huesos", señala Benigno Acero.

Para algunos de los vecinos, la condena a los dos hermanos constructores -vecinos de la parroquia- a pagar una multa de 1.800 euros, las costas procesales y la recuperación de los restos de los cadáveres de las escombreras se queda corta porque, remarcan, "fue mucho el daño que hicieron".

Señalan que los antepasados enterrados en la zona donde finalmente se construyeron los nuevos nichos eran familiares que aún les tocan muy de cerca. "Mi marido está en tratamiento desde las obras, tenía un hermano ahí enterrado", explica Carolina Menéndez. "Mi mujer tenía ahí a su hermano y a los abuelos, y cada vez que bajamos a Cangas y pasa por la escombrera, llora", asegura Francisco Menéndez.

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