Victorina García, María Luisa Villanueva y Marta Ramos son las caras visibles de los grupos de Manos Unidas de Puerto de Vega, Navia y Valdés, respectivamente. Desde sus pequeñas localidades luchan todos los años, desde 1992, para que la organización no gubernamental de la Iglesia pueda hacer obras que mejoren la calidad de vida en poblaciones de pueblos extremadamente pobres.

Victoria García dice sentirse "útil" con esta tarea voluntaria. "Siempre se puede hacer algo contra la injusticia al margen de dónde vivas, hay que tener ganas y voluntad", confiesa. Personas como Victoria lideran los movimientos solidarios en zonas no muy pobladas de la comarca noroccidental y son las caras visibles de unos equipos "pequeños, de entre seis y diez personas" que trabajan todo el año "coordinados".

En la capital de Navia, María Luisa Villanueva dice estar "agradecida" a las personas que colaboran todos los años y de forma fiel con los arciprestazgos de Villaoril y Eo. En Navia se recauda mucho dinero y no se notó ni la crisis económica. El equipo naviego organiza todos los años varias actividades y trata de mantener activa una actividad solidaria "en la que deberíamos pensar todos". En la capital se necesita ahora más manos para trabajar, según Villanueva, quien añade que estos días visitan "casa por casa pidiendo dinero" y "la cara la tenemos que poner nosotras". Para ella, es "incomprensible tener que pedir para que otros coman cuando hay recursos suficientes en el mundo". Pese a su amarga crítica, en Navia "siempre encuentro colaboración, y eso sí es positivo". Para Marta Ramos, trabajar de la mano de Manos Unidas "hace sentir bien". Ella está muy agradecida por las colaboraciones anuales que llegan de Valdés. Además, señala que siempre se puede conocer qué se hace con lo recaudado y que son las personas que reciben la ayuda las que se encargan de ponerse en contacto, gracias a la logística de Manos Unidas, con los colaboradores. "Eso me llega al corazón", señala.

Este año, piden apoyo para mejorar un escuela de un pueblo de Etiopía que ofrece enseñanza a 150 niños de entre cuatro y seis años. Se necesitan 86.929 euros.