Hay un día a la semana que en Barcia (Valdés) se escucha música, se baila y se "olvidan las penas". Ocurre cuando los profesores Marta Rodríguez y Miguel Ángel Turrado, pareja de baile y en la vida real, cogen su ordenador, seleccionan canciones movidas, le dan al play y dirigen a las 80 personas que acuden a sus clases para aprender a coordinar su cuerpo al ritmo. "Es un lujo contar con todos", dice Marta Rodríguez mientras recuerda su singular historia.

El matrimonio triunfa en la comarca enseñando a bailar desde 1996 y ahora sus pupilos mostrarán este mes sus dotes lejos de las fronteras asturianas, pues participarán en dos punteros Carnavales de España: el de Vigo, el sábado 22, y el de Águilas (Murcia), el viernes 28.

Cada vez más gente se engancha al baile. Hacerlo en privado, por el mero interés de aprender, "sabía a poco" para muchos y por eso decidieron dar el salto a las exhibiciones públicas. En 2015 dieron otro paso: participar en desfiles de Carnaval con un siempre cuidado atuendo y temática y, por supuesto, con coreografía propia. Y así las cosas, se van a Vigo y a Águilas.

"Estamos entusiasmados porque hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí. En Águilas se necesita pasar una selección y casi no nos creemos que tengamos esta oportunidad", explica la profesora.

Para los alumnos, Marta y Miguel son "como dos imanes". Son "buenas personas y mejores profesores" que han sabido inculcar la pasión por bailar y otra cosa que sirve "para mucho" en la vida: la constancia.

Cristina Cero tiene 29 años. Empezó a bailar con Marta y Miguel cuando tenía 16. "Es un grupo muy familiar y muy bien dirigido", opina. Para esta vecina natural de Valdés que vive en Oviedo bailar "siempre es una fiesta". Dice, además, que la pareja se fija en las necesidades de cada uno, sin preferencias. En el grupo hay niños de 4 años y adultos de 65 años.

Adrián García tiene 27 años y es uno de los novatos porque empezó a ensayar hace un año. "Es una experiencia más que ahora aconsejo", relata. Él no sabía dar un paso y nunca se había interesado por esta afición, "que ahora sé por qué engancha". José Rodríguez tiene 60 años, vive en Soto de Luiña y dice que el grupo de baile es muy importante en su vida: "Haces amigos y ejercicio y te llevas alegría a casa".

Adela Fernández también es vecina de Soto de Luiña. Acude a ensayar con sus nietas Yésica y Laura López. Empezó a dar clases hace doce años con su marido, que falleció hace un año. "Este grupo me ayudó mucho con el duelo", cuenta. Ahora está centrada en las citas de Carnaval. "Saldrá todo bien porque nos los merecemos", dice mientras anima a su nieta para salir a pista.