Las centrales térmicas que, como la de Soto de la Barca (Tineo) o Lada (Langreo) esperan la llegada de su cierre a corto plazo, podrían tener una segunda oportunidad y continuar produciendo electricidad sin emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Lograrlo es posible con la propuesta que ponen encima de la mesa los geólogos, que consiste en capturar el CO2 que emiten las chimeneas de estas instalaciones, así como otras industrias contaminantes, y enterrarlo en el subsuelo, en lo que se llama almacenes geológicos de CO2.

Esta fue una de las alternativas para abordar la transición ecológica que se defendió en la apertura de las quintas Jornadas del Orgullo Rural que organiza la Escuela de Selvicultura de Tineo. El encargado de hacerlo fue el investigador de la facultad de Geología de la Universidad de Oviedo Félix Javier Mateos Redondo, quien en su intervención insistió en la viabilidad del proyecto, que utilizaría las cuencas sedimentarias, en cuyas profundidades se encuentran acuíferos salinos, para convertirlos en almacenes de CO2. Una de las cuencas ya estudiada es la del Duero, pero a lo largo de España habría 123 puntos en los que se podría generar un almacén. La estimación es que estas zonas podrían asumir 170 millones de toneladas de CO2 al año, de los 400 millones de toneladas que se producen, y su uso se podría prolongar durante 80 años.

Del mismo modo, apunta que mientras no se trabaje a nivel global para llegar a la generación de energía de una forma limpia, los efectos beneficiosos apenas se notarán. "Ahora mismo Europa está haciendo un esfuerzo económico y social para reducir emisiones, se están cerrando minas y centrales térmicas, pero por cada central cerrada aquí China está abriendo 6 al año, de este modo el esfuerzo de Europa no sirve para nada", ejemplifica.

"Asturias no tiene capacidad de almacenamiento porque no tiene grandes cuencas sedimentarias, pero se podrían construir redes de ceoductos, es decir, tuberías que conducirían el CO2 hasta los puntos de inyección, o también se podría transportar comprimido en camiones, igual que se hace con el gas", explica el investigador.

Mateos Redondo asegura que convertir este estudio en realidad es viable técnicamente y que económicamente lo será cuando el precio del bono de CO2, el precio de penalización que se paga por las emisiones contaminantes, suba y esté por encima del coste de capturar e inyectar el CO2.

Además, Félix Javier Mateos Redondo señala que la demanda de energía va a seguir incrementándose en los próximos años y que se prevé que en 20 años el consumo de combustibles fósiles siga siendo de un 70%, mientras que las energías renovables aún estarán en el 19%. Por lo que las emisiones contaminantes seguirán estando presentes.

En las jornadas también se abordaron las energías renovables, que para el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ricardo Santamaría son la solución para frenar las emisiones contaminantes. "Es más barato producir electricidad con energía eólica o fotovoltaica que con carbón", subraya, y añade que la quema de carbón es "insostenible".

Su previsión es que en el futuro se crearán grandes centros de producción eléctrica centralizada con energía eólica y solar. En Europa estos centros se instalarán, el primero, en el mar del Norte, donde se apostará por la energía eólica marítima, en la que Santamaría ve el futuro por ubicarse los parques eólicos en el mar donde no causará impacto visual para el paisaje; mientras que la solar estará en el sur de Europa o el norte de África.

La jornada de ayer finalizó hablando de los paisajes protegidos y con una mesa redonda con diferentes expertos.