En la regulación de la alimentación del ganado podría estar la solución para reducir parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que producen las ganaderías. Los investigadores del Serida Adela Martínez y Fernando Vicente Mainar presentaron ayer, en las Jornadas del Orgullo Rural de la Escuela de Selvicultura de Tineo, su estudio, que demuestra cómo disminuir la cantidad de proteína que ingieren las vacas de producción de leche en sus raciones diarias de comida permite que se rebajen las emisiones de nitrógeno de sus desechos. Una línea de investigación que pretende dar una solución factible a los ganaderos ante los requisitos del uso de purín impuestos por la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, muy difíciles de aplicar en zonas como Asturias, donde por ahora se mantiene una excepcionalidad que permite seguir realizando el riego con purín de la manera tradicional.

"Hay mucha investigación en gestión de purines y en su reducción a través de la dieta porque el uso de inyectores y tubos colgantes que permite la normativa es muy difícil en zonas como esta, y la gente no sabe cómo lo va a solucionar", explica Adela Martínez. Por ahora, en Asturias se mantiene la excepcionalidad, dada la orografía y la existencia de pequeñas parcelas. Sin embargo, los investigadores apuntan a que se trata de medidas temporales.

De este modo, trabajan para disminuir las emisiones de nitrógeno jugando con la dieta, buscando que las variaciones que proponen no afecten a la producción. "Se calcula que en una ración debe ir un 17% de proteína, pero sabemos que es una cantidad sobreestimada y que se puede reducir hasta un 13% sin detrimento de la calidad ni de la cantidad de producción, pero sí supondría una reducción de las emisiones", apunta. La razón está en que los animales rumiantes solo aprovechan el 30% de la proteína que consumen y el resto lo desechan en su orina, en las heces y también en la leche. Este cambio en la configuración de las raciones de alimento del ganado también generaría una mejora de la rentabilidad de la granja, ya que la proteína es el alimento más caro de la dieta. No obstante, los investigadores saben que costará llegar a implantarlo en las ganaderías porque "es un sector muy conservador, es muy difícil cambiar la mentalidad de los ganaderos y tendrá que pasar tiempo y dar mucha información".

Según los datos de los que dispone el Serida, y que también se expusieron ayer en Tineo, la producción de leche en Asturias tiene unos niveles de contaminación por debajo de la media europea y equivalentes a los países con mejor posicionamiento en este tema, como son Irlanda y Austria. "En Asturias se genera un kilo de CO2 equivalente por litro de leche producido, mientras que la media europea está 1,45 kilos y en España en 1,32", expone Fernando Vicente Mainar. Una buena cifra que se explica porque la producción asturiana está ligada a la tierra, lo que hace disminuir su huella de carbono.