Los vecinos de Villademar, un pueblo de 300 habitantes de Cudillero, no están dispuestos a que las restricciones del coronavirus les priven de despedida a los vecinos que fallecen. Así que han recurrido a la imaginación.
Esta semana dieron el último adiós a Eduardo Alonso López y a José Ramón Suárez González, dos personas "muy entrañables para todos, que siempre colaboraron con el pueblo y que se merecían nuestra despedida y nuestro último homenaje". La comisión de fiestas, liderada por Jaime López, tiró a mediodía un volador y, gracias de un equipo de sonido de discjockey, en el pueblo se pudo escuchar justo después una marcha fúnebre. A continuación, los vecinos salieron a sus ventanas, patios o jardines y aplaudieron. "Fue muy emotivo", relata López, quien confiesa que pensó en esta despedida anteayer. "En la comisión de fiestas creemos que hay que agradecer el apoyo de esas personas desinteresadas que siempre echan un cable en estos pueblos que se quedan vacíos, y sería muy lamentable no darles el adiós que se merecían, por ese y otros motivos, tanto Eduardo como Pepín", cuenta. Fue el caso de los fallecidos, Eduardo Alonso y José Ramón Suárez, quienes dejan una gran tristeza en el pueblo. El primero fue miembro de la comisión de festejos y el segundo tenía el honor de ser el vecinos más longevo del pueblo: llegó a vivir 100 años.
Las restricciones actuales por el estado de alarma y las recomendaciones para evitar contagios no dejaron margen ni para los pésames. "Tenemos un grupo en redes para mantener el contacto, pero no es lo mismo", señala López, quien en nombre del pueblo da el pésame a las familias que se han visto obligadas a despedir en la más estricta intimidad a sus familiares. Las allegados de los dos fallecidos se mostraron ayer "emocionados" con esta iniciativa. Según López, "por lo menos no se sienten tan solos y hacemos este momento un poco más llevadero mostrándoles nuestro cariño y nuestro recuerdo".
