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Quedamos en A Coba

Yo me enamoré de los Oscos gracias a José Luis Pérez y su mujer Mari Carmen Gutiérrez, hace ya casi 20 años, en que pisé por primera vez esa tierra. En mitad de San Martín encontré La Marquesita, un hotel restaurante precioso regentado por este matrimonio. Sentado a una mesa estaba José Luis leyendo LA NUEVA ESPAÑA, "mi periódico", como él decía. Tras charlar y saber a qué me dedicaba, él se levantó y exclamó entusiasmado: "¡te voy a llevar yo a un sitio muy guapo que no conoce nadie, pero tienes que prometerme que no lo publicarás, ¿eh?!" Ese día, un sábado 24 de febrero de 2001, en que me llevó hasta A Coba, un lugar precioso de Grandas de Salime que limita con San Martín, fue cuando nació nuestra amistad. Estando allí le hice una foto caminando por el paisaje, apoyado en su bastón, que le encantó, y guardó siempre con cariño este paisano entrañable y excelente persona con la que siempre mantuve contacto.

Hoy me lo imagino de nuevo allí, girando la cabeza hacia mí a modo de despedida, esbozando una sonrisa y atravesando el puente sobre el río Agüeria, hasta perderle de vista subiendo por la caleya que lleva a la eternidad. La gente como él no muere nunca, al contrario; viven para siempre en nuestro corazón, y desde él nos dan fuerza, alegría y esperanza.

Siempre nos quedará A Coba, José Luis, para reencontrarnos cuando toque. Mientras tanto, yo seguiré yendo a nuestros queridos Oscos, sabiendo que tu espíritu libre me acompaña.

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