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El Mazonovo, pendiente de un nuevo convenio, teme perder el verano

Santa Eulalia de Oscos busca una fórmula asequible para abrir el taller-museo, en el que trabajan cuatro ferreiros

Víctor Aguilar, Friedrich Bramsteild, María de la Paz Prieto y Jorge Martínez en Mazonovo. ELOY COUCEIRO

En 2019 pasaron por el mazo de Mazonovo, en Santa Eulalia de Oscos, casi 4.000 personas interesadas por este espacio del siglo XVIII, convertido en uno de los últimos mazos hidráulicos en activo de Europa. Sin embargo, el equipamiento, uno de los recursos turísticos estrella del concejo santallés, está actualmente cerrado al público, pendiente de que los propietarios y el Ayuntamiento alcancen un nuevo acuerdo de cesión.

El acuerdo vigente hasta ahora tenía algunas deficiencias, algo que conocen desde hace años tanto los propietarios como el Consistorio, pero no fue hasta febrero de este año cuando los dueños decidieron tomar cartas en el asunto y cerrar el mazo hasta que se resolvieran las carencias contractuales. "Hay voluntad por las dos partes de que se arregle el tema, pero el proceso es lento", indica el Alcalde de Santa Eulalia de Oscos, Víctor Lorido. El inconveniente para el Consistorio es su frágil situación económica y la necesidad de buscar un acuerdo que no suponga una carga excesiva para las arcas públicas. En este sentido, han pedido a la Dirección General de la Administración Local asesoramiento para establecer la fórmula más adecuada. "Hay que intentar volver a ponerlo en funcionamiento", añade Lorido.

El problema es que si la situación se dilata en exceso puede provocar el cierre del equipamiento en plena temporada estival, algo que perjudicaría sobremanera a los cuatro ferreiros que bajo la fórmula legal Ferreiros de Mazonovo S. L.L. gestionan el inmueble, que compagina su vocación de taller dedicado a trabajos de forja con su uso museístico abierto al visitante. El más veterano es el austriaco Friedrich Bramsteild, que se hizo con la gestión del mazo en el año 2016 logrando darle vida de nuevo. Desde hace tres años el equipo está integrado por cuatro personas.

Los ferreiros continúan su actividad profesional en un almacén municipal, pero siguen yendo al mazo para determinados quehaceres imprescindibles. Asegura Bramsteild que es fundamental mantener activo el espacio, pues, de lo contrario, los daños podrían ser irreparables. "Nosotros nos ocupamos del mantenimiento casi diario del mazo y somos los primeros interesados en abrir", señala Bramsteild, que teme que vayan a perder el verano.

Este ferreiro considera que, al margen del mantenimiento diario, el mazo necesita una rehabilitación integral que garantice su futuro a largo plazo.

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